Concluye la Feria de Francfort con desánimo entre los italianos
ENVIADO ESPECIALLa 40ª edición de la Feria del Libro de Francfort ha concluido con la sensación de que aquí los auténticos movimientos son subterráneos. No es una feria de acontecimientos, sino de indicios. Pese a ello, los datos que han ido saliendo a la superficie fueron siempre importantes. El desvío de capital inversor hacia España, el avance de los rusos, la falta de presencia del programa italiano son algunos de ellos.
Sin duda alguna, lo que más ha llamado la atención durante la semana ha sido la forma en que los italianos, a quien este año por primera vez se dedicaba la Feria de Francfort, se fueron alejando gradualmente del centro de interés. Tras la forma en que se ha llevado a cabo el programa, muchos intuyen una fuerte división entre la organización de la feria y la organización de los actos del país trasalpino. El síntoma inicial fue la salida de los principales acontecimientos del recinto. Cuando todos esperaban que los Eco, Sanguinetti, Tabucci, Del Giudice, Fruttero, Lucentini, etcétera, aparecieran por el pabellón de convocatorias, la organización sorprendió a todos convocando esos acontecimientos en diversos lugares de la ciudad, por lo general bastante alejados de este recinto ferial.Aparte de la forma en que hayan podido tomarse los italianos estos resultados, los que sí se han ido bastante inquietos son algunos responsables españoles del libro que, a la espera de 1991, han tomado buena nota de los desajustes. La feria, desde luego, tiene condiciones para devorar a sus hijos.Por otra parte, a últimas horas del sábado y durante el domingo volvieron a extenderse con fuerza los rumores de nuevas opciones de compra sobre editoriales españolas por parte de firmas extranjeras. La intranquilidad es patente entre los editores que no controlan la mayoría de las acciones de su empresa. Y también la resignación entre los que saben que no les quedará otro remedio.
De entre los acontecimientos más propiamente relacionados con el libro merece destacarse la celebración del 25º aniversario de la fundación de una colección que ha influido notablemente en la vida alemana. La editorial Suhrkamp decidió en 1963 lanzar al mercado una colección de ensayo contemporáneo en tamaño bolsillo que reunía dos características importantes: el que se tratara exclusivamente de primeras ediciones (es decir, que no hubieran sido publicadas antes, como es lo habitual en este formato) y en la que estuvieran presentes los principales escritores alemanes. Sigfried Unseld, presidente de la casa editora, decidió llamarla la "colección Arco Iris".
Los estudiantes alemanes y el lector con limitaciones económicas tuvieron de esta forma a su alcance novedades de interés al precio de un libro de bolsillo. El caso es único en Europa.
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