Blake Edwards intenta resucitar la comedia
Los festivales acostumbran a minusvalorar la comedia aunque siempre incluyen una o dos de ellas dentro de la selección oficial para insuflarle un poco de aire fresco a una atmósfera que, se supone, se ha ido cargando de densidad intelectual hasta hacerse irrespirable. Esa es la función de Sunset, la última película del director norteamericano Blake Edwars, en San Sebastián, un filme que habla del cine y reúne en una misma ficción a los personajes de Tom Mix interpretando a Wyatt Earp y a Wyatt Earp asesorando a Tom Mix sobre cómo debe explicarse el duelo de OK Corral.
Este encuentro entre la realidad y su doble mítico, ambos falseados, genera una serie de enredos divertidos y Mix-Earp se comportan como hábiles e inteligentes detectives que resuelven una historia criminal muy complicada. Sunset, que se estrenará en España bajo el título de Asesinato en Beverly Hills, tiene varios buenos gags, situaciones que funcionan y en las que la comedia se nos aparece como recién salida de una cura de Gerovital. Sin embargo, la trama no tiene la ligereza adecuada y es confusa, la parodia asoma algunos momentos su rostro y se desdibujan los trazos finos y elegantes de la comedia, algo que resulta muy evidente al final, cuando se acumulan tres o cuatro the ends consecutivos.
El fantasma del nazismo
La novedad temática o formal tampoco es el mayor mérito de Land der Vater, Lan der Sohne, del alemán Nico Hofmann, que por enésima vez pone sobre la pantalla el tema de los distintos grados de responsabilidad y colaboracionismo mantenido por el pueblo alemán durante el Gobierno nazi. Aquí es un hijo que investiga el pasado de su padre, que se suicidó unos ocho años antes. Cuando descubre que la muerte no fue accidental, quiere descubrir también las razones del suicidio, y aquí es donde el irreprochable pasado del industrial conservador, pero no comprometido con ningún crimen, comienza a oscurecerse.Primero, por la manera de apropiarse de los bienes de los propietarios judíos en Polonia. Segundo, por haber empleado como mano de obra gratuita a gente que estaba en los campos de concentración y que cuando ya no servían para el esfuerzo físico eran devueltos a ellos para ser asesinados. Tercero, porque al acabarse la guerra el industrial roba para su central alemana toda la maquinaria polaca. Cuarto, porque el transporte de ese material robado lo hizo ocupando un convoy que estaba destinado al traslado de heridos.
La película, que está bien realizada y sabe combinar el tiempo pasado y presente, salta de uno a otro con coherencia, pretende combinar la exhaustividad de la información aportada con la capacidad de situarlos en su contexto, lo que equivale a una serie de sutiles matizaciones que permiten exculpar muchas barbaridades, criticar otras y condenar únicamente por el hecho de haberse servido de un vagón de la Cruz Roja, dejando en tierra a centenares de heridos que necesitaban ser hospitalizados con urgencia.
Barcelona distinta
Dentro de la sección informativa, en la que hemos visto varias buenas películas candidatas al Premio Ciga, se ha presentado la ópera prima de una realizadora barcelonesa procedente del mundo de la publicidad, Isabel Coixet, que propone en Massa vell per a morir jove una imagen muy nueva de la ciudad, contada por sus mensajeros, por esos muchachos que cubren el servicio nocturno y suministran al cliente todo tipo de mercancías.El carácter errático de los protagonistas les permite mezclarse con varias historias y mundos, pasearse por zonas suburbiales para, a continuación visitar apartamentos de lujo y constatar el carácter efímero de los sueños tejidos durante las madrugadas.
Massa vell per a morir jove, aunque tiene importantes errores de diálogo y no siempre logra que los actores resulten convincentes, se beneficia de su cuidado aspecto formal y del acierto de sus localizaciones, así como del hecho de hacer subir a la pantalla un universo hasta ahora marginal o desconocido, que le confiere un atractivo especial para un público joven.
Ya para acabar, digamos que aunque todo el mundo tiene hecha su quiniela sobre los hipotéticos ganadores de los distintos premios del festival donostiarra -ayer les anticipaba la mía-, las apuestas son tantas y tan dispares que no puede hablarse de película favorita, y probablemente tampoco podrá hablarse de sorpresa cuando los jurados den por acabada esta extraña y fatigosa carrera que son los festivales de cine.
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