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"Toda violencia es injustificada", dice el Papa tras visitar a las victimas del secuestro en Lesoto

Francesc Valls

ENVIADO ESPECHAL El papa Juan Pablo II alteró ayer su programa en Maseru para visitar a los 20 heridos resultantes del asalto al autobús secuestrado el martes en la capital de Lesoto. "Toda violencia es injustificada", dijo el Papa tras confortar a los heridos en una pequeña sala del hospital Queen Elizabeth de Maseru. El Papa sólo espera terminar en paz la etapa de Lesoto, un pequeño reino enclavado en el interior de Suráfrica, que se ha convertido en la más conflictiva de su gira africana. Juan Pablo II deberá volver a sobrevolar Suráfrica hoy para viajar a Suazilandia.

"He venido desde Suráfrica como un peregrino de paz, con un especial mensaje de reconciliación y me entristece que otros que habían querido unirse a este peregrinaje hayan resultado víctimas de este baño de sangre", dijo el Papa al finalizar la misa masiva de beatificación del misionero Joseph Gérard, que constituyó el principal acto de ayer en Maseru, en un estadio no totalmente lleno.Juan Pablo II, tras haberse visto obligado a aterrizar en Johanesburgo y tenido que aceptar la escolta de la policía surafricana para llegar por carretera el miércoles a Lesoto, tuvo una nueva mala noticia al enterarse que media hora después de arribar a Maseru, un cuerpo especial del ejército surafricano asaltaba un autobús secuestrado con un saldo inicial de cuatro muertos, que ayer se elevó a seis -los cuatro secuestradores, un rehén y el conductor del vehículo-, y una veintena de heridos.

"Hay que creer siempre en el poder del amor y rechazar la violencia como solución en cualquier situación, no importa cuán injusta pueda ser", dijo el Papa en una clara referencia a la acción de ayer de las tropas surafricanas.

La etapa de Lesoto se ha convertido en la peor de la cuarta gira africana del Papa, tras verse obligado a visitar Suráfrica al no poder aterrizar en Maseru y producirse la muerte de seis personas durante el asalto a un autobús lleno de peregrinos. Durante su breve entrevista con el ministro de Exteriores surafricano, Roelof Pik Botha, el Papa recibió seguridades de que no habría "un baño de sangre".

La ceremonia de beatificación del oblato, Joseph Gérard, el apostol de Lesoto, pasó prácticamente inadvertida. Los periodistas que acompañan al Papa asistieron a otra ceremonia, esta de confusión, sobre la entrevista mantenida por Juan Pablo II y Pik Botha. La Santa Sede y el Gobierno de Pretoria dieron versiones contradictorias de la reunión sostenida por ambos en el aeropuerto Jean Sinuts de Johanesburgo.

El portavoz vaticano, Joaquín Navarro, dijo ayer que la entrevista entre Wojtyla y Botha duró diez minutos, que ni siquiera comieron juntos y apenas hablaron, ya que el ministro surafricano llamaba contínuamente por teléfono para coordinar el avituallamiento de la inesperada comitiva.

El Gobierno de Pretoria, en cambio, asegura que ambas partes compartieron mesa y dialogaron por espacio de dos horas. Una escolta de un helicóptero y media docena de vehículos de policía surafricanos acompañaron al, Papa cuando se detuvo cerca de la localidad surafricana de Konstaad, para tomar un café ante las atónitas miradas de las camareras del bar Golden Egg.

Contradicciones informativas

El secuestro de un autobús de peregrinos católicos que acudían el pasado martes a Maseru, ha vuelto a poner de relieve las contradicciones informativas, esta vez entre Lesoto, una especie de satélite surafricano, y la Santa Sede. Joaquín Navarro manifestó ayer que el Papa no tuvo noticias del secuestro hasta la noche del miércoles, cuando llegó al arzobispado de Maseru para pernoctar. Luego se retiró a rezar cuando tuvo noticia del balance de víctimas. Mientras, el Gobierno que encabeza el general Justin Lekanya, presidente del Consejo Militar y, por si fuera poco, cinco veces ministro, aseguraba que Juan Pablo II estaba informado del secuestro desde su llegada a Botsuana el pasado martes.

El asalto fue protagonizado por unidades especiales surafricanas a requerimiento de las autoridades de Lesoto, según informó un portavoz de Pretoria. La policía surafricana estaba también perfectamente al corriente de la evolución de secuestro, ya que retrasó por espacio de varias horas la llegada de un segundo grupo de periodistas del vuelo papal, que se desplazaban de Johanesburgo a Maseru, para que no coincidiera con las últimas maniobras del asalto al autobús.

Un grupo de informadores, entre ellos este enviado especial, consiguió burlar los controles de seguridad establecidos en Lesoto y entrar en el hospital, donde pudo conversar con los heridos, unas hora antes de la visita del Papa. "El secuestro se inició hace dos días", explicó una de las mujeres hospitalizadas. "Los secuestradores nos trataban bien hasta que llegó la policía. Después, tenían mucho miedo", añadió.

Florina Nyokana, una monja de 25 años que acompañaba a los peregrinos en el autobús declaró: "Esperábamos que el Papa viniera, rezamos a María con los secuestradores para que esto fuera así y nos decepcionó, aunque entendemos las dificultades". El, asalto del vehículo lo inició la fuerza de seguridad surafricana, a las 8 de la tarde la miércoles., Explicó la monja: "Se colocaron a ambos lados del vehículo, lanzaron bombas de gas lacrimógeno al interior; entonces los secuestradores dieron orden al conductor para que penetrara en el recinto vallado del Alto Comisariado británico en Maseru. Los terroristas iniciaron después el tiroteo. Todos nos agachamos. Una bala me rozó el pómulo derecho. Creímos que íbamos a morir", concluyó.

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