El estreno de 'Casada con todos', de Jonathan Demme, inaugura hoy el certamen donostiarra
Con el estreno de Casada con todos, la última película del estadounidense Jonathan Demme, que se proyecta fuera de concurso, se inaugura hoy la 36º edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Esta es la primera de las más de 140 obras que podrán verse en los cines donostiarras a lo largo de 10 días. Dentro de la sección oficial hay cuatro películas españolas, tres de ellas compitiendo por la Concha de Oro junto a otras 12 procedentes de países distintos.
Sobre el papel, la importancia cualitativa y cuantitativa de la presencia española es uno de los rasgos distintivos de esta edición. Otros años el número de filmes era parecido, pero de cineastas menos conocidos que Gonzalo Suárez -Remando al viento-, Francisco Regueiro -Diario de invierno-, Antoni Isasi -El aire de un crimen- o Manuel Gutiérrez Aragón -Malaventura-, todos ellos incluidos en la sección oficial.En otras secciones, pero optando en algunos casos al premio CIGA -5,5 millones de pesetas para la mejor primera película-, están Isabel Coixet, con su Demasiado viejo para morir joven, y Rafael Monleón, con Baton Rouge. La lista de debutantes españoles es larga y hay que añadir a ella a Ana Díez, autora de Ander Eta Yul, a los canarios Teodoro y Santiago Ríos, que firman conjuntamente Guarapo, y a Pedro de la Sota, con Viento de cólera. Ya con alguna experiencia de dirección figura Ferran Llagostera, con Gran Sol, que se basa en la obra de Ignacio Aldecoa.
Plataforma
San Sebastián, desde que recuperó la primera categoría de la mano de Diego Galán, dejó de ser un festival de interés casi exclusivamente gastronómico; es una excelente plataforma de lanzamiento al mercado español, no sólo para el cine rodado aquí, sino también para cinematografías y autores que no tienen tras de sí una poderosa maquinaria de promoción y comercio. Un director como el austriaco Axel Corti ha visto su Trilogía de Viena adquirida y exhibida por TVE a raíz de su éxito en San Sebastián. Y algo parecido, pero en el mercado cinematográfico, puede decir el belga Dominique Derudere, cuyo Crazy Love salió también de la ciudad vasca.El difícil equilibrio entre una oferta seleccionada con rigor, pero variada, y las necesarias gotas de glamour no se mantiene a gusto de todos. Si algunos medios de comunicación le reprochan al certamen el no llenar la platea del Victoria Eugenia de grandes estrellas, otros acusan al festival de transigir en demasía con el supuesto reclamo publicitario que supone la presencia de algunas figuras televisivas menores. Pero lo cierto es que la polémica se diluye cuando las películas son buenas, y así ha sido en las últimas ediciones.
Al margen de la sección competitiva y de la informativa, el festival propone este año una retrospectiva de la obra de Jacques Tourneur, acompañada de la publicación de una monografía. Tourneur tiene una larga trayectoria profesional, a menudo poco conocida, salpicada de auténticas obras maestras como I walked with a zombie, Cat People o Out of past, fruto de su colaboración con el productor Val Lewton o con operadores que aplicaron al cine de género, fantástico o policíaco, las enseñanzas de la plástica expresionista, y lograron extraordinarios y sugerentes climas.
Un ciclo dedicado al cineasta chino Zhang Yimou, reciente ganador en Berlín con la excelente Sorgo rojo, contará con la presencia de este autor, que es un auténtico todo terreno, capaz de responsabilizarse también de la fotografia o de la interpretación de algún papel en sus películas. Otro ciclo de indudable atractivo para el aficionado es el englobado bajo una advocación langiana: Sólo se vive una vez. En él se incluyen las obras únicas de directores que sólo lo fueron en una ocasión. La lista es larga e incluye cumbres de la historia del cine -La noche del cazador, Lespoir- junto a curiosidades y rarezas -Kotch, de Jack Lemmon; Gangster Story, de Walter Matthau; Short cut to Hell, de James Cagney- u obras que conviene revisar o ver -Llegar a más, Vida en sombras o El Cristo prohibido-, aunque sólo sea para poner al día la escala de valores.
San Sebastián 1988 dedica también parte de sus pantallas a una muestra del cine latinoamericano rodado durante los últimos 40 años. La atención dispensada a América del Sur es una tradición del festival que no sirve, sin embargo, para reavivar los puentes culturales entre las dos orillas. La realidad de las cifras, que demuestra la escasa permeabilidad de los mercados para con lo producido por sus vecinos hispanohablantes, es tozuda, como también lo es la dirección del festival, que ha logrado dar a conocer a Román Chalbaud por un pequeño número de telespectadores o que, de vez en cuando, nos sorprende, como diría un espíritu tanguista, con el hallazgo de alguna joya en el fango.
Babelia
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