El paso al cosmopolitismo
El día 23 de julio de 1952 la guitarra de Regino Sainz de la Maza inauguraba la historia del festival santanderino. El intento, todavía de mera proyección española, culmina con la actuación del artista nacional dirigida por Ataúlfo Argenta en la plaza Porticada.Ahora se cuenta con la mayor naturalidad, pero entonces nada resultó fácil. Sólo la voluntad aunada de dos cántabros -el primer director del festival, José Manuel Riancho, y el maestro Argenta- venció la resistencia de poderes influyentes que más tarde cantarían los espectáculos de la plaza. Hasta 1954 no aparece la primera colaboración extranjera: el Ballet de Jeanine Charrat; al año siguiente, el de la Ópera de París, y en 1957 actuaron el pianista Rubinstein y la orquesta de la Suisse Romande con Ansermet: el festival empezaba a perfilar su talante internacional.
A pesar de la presencia de notables estrellas de la música o de la danza, los ciclos mantenían un carácter fuertemente español que, paso a paso, fue cediendo en favor de un aire más internacional: el que hoy se ha alcanzado plenamente.
Desde 1969 se desarrolla en el santuario de la Bien Aparecida un festival cuyo contenido llama la atención de todos tanto por la programación de música tradicional como por la atención a lo contemporáneo. Tras aquella obra, que hoy persiste, está otro cántabro, nacido en Escalante y desconocido entonces para la mayoría: José Luis Ocejo. A él se encomendó en 1980 la dirección del Festival de Santander, con lo que se produjo la fecha más importante en su historia después de la de su fundación.
Festival cántabro
La llamada reforma Ocejo no tardó en hacerse notar. El festival, que había salido tímidamente a Santillana y algún otro lugar, se extendió para convertirse de meramente santanderino en cántabro. Pueblos, villas y lugares históricos se llenaron de recitales y conciertos cada verano.Desde entonces el FIS subraya su naturaleza cántabra, profundíza su condición española y realiza, con segura progresividad, su vocación internacional. Ante el final de la 37ª edición puede hablarse de consecución. La Porticada ha acogido tres jornadas de Penderecki dedicadas principalmente a sus obras; otras tantas del director Rostropovich con la orquesta de Washington; dos de la Real Filarmónica de Londres y diversas representaciones de los ballets de Lindsay Kemp, Sidney, Basilea, Ullate y Alvin Ailey, además del triunfal recital de Montserrat Caballé.
En el claustro de la catedral la cantante Brigitte Fassbaender, el pianista Vlasenko, los madrigalistas de Budapest, el coro del King's College, el grupo de Limoges, el cuarteto Enesco o el trío Mompou dieron otra medida de exigencia musical. Al mismo tiempo se ofrecieron estrenos españoles y extranjeros: Te Deum, de Penderecki; Siete obras para trío en homenaje de Federico Mompou, de Halffter, De Pablo, Bernaola, García Abril, Marco, Montsalvatge y Prieto; el cuarteto, encargo del festival, de García Román y el estreno de su segunda sinfonía por la Orquesta de la Radio Polaca, que tocó también la Suite montañesa, de Dúo Vital; el trío de Claudio Prieto; las reposiciones de partituras de Gerard, el de Fernández Blanco y el de Ángel Barja, se unieron al barroco de Lynne Kurzeknabe y su camerata de Santander, a la presentación del pianista David A. Wher, premio Paloma O'Shea 1987, a las escuelas gregorianistas de Javier Lara de Otamedi.
La Porticada, que antaño no se llenaba sino con los grandes ballets, las sinfonías de Beethoven o la presencia de grandes mitos, registró altas entradas para la música de Penderecki y de García Román. No es posible caer en la nostalgia del tiempo pasado cuando el presente se sitúa en línea con cualquier otro gran festival europeo. El de Cantabria tiene ya un puesto brillante en la geografía y en la historia de los festivales y el de 1988 constituye una marca, superable, pero digna de la consideración y el aplauso que no le ha regateado cada día una varia y masiva audiencia.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.