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Relevo presidencial bajo el signo de la ruptura

Antonio Caño

El presidente de Ecuador, León Febres Cordero, se despidió ayer de su cargo con un discurso ante el mismo Parlamento que ha amenazado con abrir próximamente un juicio público a la gestión del ya ex presidente. Cumplido ese trámite, Febres Cordero se retiró a su ciudad natal de Guayaquil, donde este ingeniero y empresario poderoso ha tenido siempre instalada su plaza fuerte.Ni el presidente entrante, Rodrigo Borja, asistió a la despedida de Febres Cordero, ni éste participó después en la toma de posesión del nuevo jefe de Estado, que tenía previsto recibir la banda presidencial de manos del presidente del Congreso a última hora de la tarde (madrugada, hora peninsular española). El gesto no sólo es revelador del clima de enfrentamiento personal que durante toda su gestión ha mantenido Febres Cordero con los líderes de la oposición, sino del significado de ruptura que tiene el relevo presidencial.

Con Rodrigo Borja -el cuarto presidente constitucional desde que Ecuador recuperó la democracia en 1979-, un profesor de 51 años de edad, llega por primera vez un político socialdemócrata a la jefatura del Estado ecuatoriano.

Centroizquierda

Borja ha formado un Gobierno de centroizquierda en el que ha dado entrada a un ministro de la Democracia Popular y a cuatro independientes, entre ellos, como ministro de Relaciones Exteriores, a Diego Cordovez, el hombre que, en su cargo de vicesecretario general de la Organización de las Naciones Unidas, negoció el acuerdo entre Afganistán y Pakistán para la retirada de las tropas soviéticas.

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Tal vez como ejemplo de los nuevos tiempos, Febres Cordero, un fiel aliado de Estados Unidos, habló en el Congreso bajo un mural de Osvaldo Guayasamín en el que se recoge una condena expresa de las actividades de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), lo que ha provocado un conflicto protocolario con los representantes de Estados Unidos. Entre los invitados, Fidel Castro hablaba al oído de Óscar Arias, mientras a la derecha del presidente cubano se sentaba el Nuncio del Vaticano.

Un diario de gran difusión despedía ayer a Febres Cordero con un editorial en el que se pedía que "ójala nunca más se repita esta experiencia".

La gestión de este presidente conservador, prolija en el terreno de las obras públicas, ha estado marcada por su talante autoritario, lo que le llevó a enfrentarse hasta con su propio vicepresidente, que tampoco acudió ayer al último discurso presidencial.

El momento más delicado de su administración lo pasó en enero del año pasado, cuando fue secuestrado por un grupo de militares seguidores del general Frank Vargas, que actualmente está dedicado a la actividad política en el terreno de la izquierda.

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