El sentido de la perspectiva histórica
Camilo Barcia Trelles se cuenta entre los internacionalistas señeros de nuestro siglo, y su nombre se inscribe con rasgos destacados en la larga y rica tradición hispánica del derecho de gentes, a cuyos más distinguidos miembros, los autores de la escuela clásica del siglo XVI (Vitoria, Suárez, etcétera) él supo glosar con maestría en sus célebres cursos de la Academia de Derecho Internacional de La Haya impartidos a finales de la década de los veinte.Nacido en Vegadeo, Lugo, en 1888 (hoy se conmemora su centenario) y fallecido en Santiago de Compostela en 1977, a sus casi 90 años, Barcia Trelles había sobrevivido a todos sus amigos y colegas contemporáneos (Trias de Bes, Yanguas Messía ... ), excepto a uno de ellos, Salvador de Madariaga, quien lo superaría, quedándose un año más entre los vivos. La larga duración de su vida contribuyó a que el viejo profesor de Derecho Internacional, certero analista de las correlaciones de poder entre los Estados, fuera enriqueciendo su contribución de los hechos internacionales con un sentido de la perspectiva amplio y a la vez profundo.
No en balde fue un maestro en la valoración de las actitudes de los Gobiernos nacionales, sobre todo de las grandes potencias, actitudes en las que le parecía poder aislar unas .constantes" históricas que, sin suponer un determinismo absoluto, introducían en la reflexión sobre la lógica de los hechos una referencia obligada a los factores condicionantes de la orientación de cada Estado en su política exterior.
Con todo, no era el de Barcia Trelles un puro análisis de realpolitik, pues como pensador de sólida base iusnaturalista, nunca dejó de analizar los hechos a la luz de la ética, que para él era la piedra de toque de la conducta internacional de los Estados y, en definitiva, de los gobernantes.
Poder descarnado
Por eso había podido advertir en sus Estudios de política internacional y derecho de gentes (1948), cómo la política internacional, despojada de su ropaje ético-jurídico y fiada en sus propios instrumentos (hegemonía, equilibrio, alianza, garantía, compensación, propaganda), tiende a poner el énfasis en el poder descarnado y el empleo de los medios coercitivos aptos para conservarlo, convirtiéndose de esta suerte en una "política internacional del prestigio, fruto sazonado del árbol cuya savia se integra a la vez de la suspicacia y la desconfianza".
La vocación internacionalista de Barcia Trelles, concluidos sus estudios en las universidades de Oviedo y Madrid, había tenido un primer período formativo entre 1912 y 1917. Ganada su primera cátedra de Derecho Internacional Público y Privado en la universidad de Murcia (1919), pasaría luego a la de Valladolid (1920), y más tarde a la de Santiago de Compostela (1939), en la que serviría ya hasta su jubilación en 1958 como catedrátrico y como decano de la Facultad de Derecho, influyendo con su magisterio, desde distintos ángulos, en la trayectoria profesional de casi todos los grandes internacionalistas españoles coétanos o posteriores a él, discípulos suyos o discípulos de sus discípulos (Miaja de la Muela, Herrero Rubio, García Arias, Azcárraga y Bustamente, Díez de Velasco, etcétera), quienes, sin perjuicio de sus diversas filiaciones ideológicas, adquirieron de este gran maestro el sano hábito de vincular el análisis de las normas jurídicas al sustrato sociológico de las mismas.
En todo ello Barcia Trelles predicó con el ejemplo, tanto desde su tribuna de catedrático y conferenciante como desde su condición de miembro destacado de las más importantes asociaciones científicas de su especialidad, sin olvidar su intensa labor de divulgación de los valores de la solidaridad internacional desde la prensa diaria.
No está de más, por todo ello, desempolvar, con ocasión del centenario de su nacimiento, el recuerdo de este gran maestro de internaciónalistas -juristas o politólogos- que fue Camilo Barcia Trelles.
Babelia
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