_
_
_
_

Sorpresas y decepciones en el primer encuentro del arte soviético con los mercados occidentales

Un cuadro de Rodchenko se vendió en 68 millones de pesetas

Pilar Bonet

La primera subasta internacional de arte ruso y soviético celebrada en la URS S deparó sorpresas, decepciones y trastocó criterios comerciales entre los artistas contemporáneos de la Unión Soviética que por primera vez, el jueves por la noche, se enfrentaron al mercado occidental de la mano de la casa de subastas británica Sotheby's. Un clásico de la vanguardia soviética, Aleksandr Rodebenko (1891-1956), batió su récord mundial cuando. el óleo Línea, de 1920, fue adjudicado por 330.000 libras esterlinas (casi 68 millones de pesetas) al coleccionista de arte británico David Juda.

Más información
La decadencia de Glazunov

El precio más alto conseguido anteriormente por una obra de Rodchenko fue de 132.000 libras esterlinas en una subasta londinense en 1987. Un artista de origen judío Grisha Bruskin, de 43 años, desbancó a los maestros reconocidos del arte contemporáneo soviético al lograr 220.000 libras esterlinas (más de 45 millones de pesetas) por su lienzo Léxico fundamental, pintado en 1986.

Tras una emocionante puja en la que intervenían también compradores por teléfono, Léxico fundamental fue adjudicado al coleccionista Mark Sapir, un canadiense de origen hebreo soviético que posee en Toronto una colección de arte judío. Mark Sapir, que emigró siendo niño desde la República Soviética de Georgia, consideraba a Bruskin como uno de los "grandes artistas del siglo XX", una opinión que no era compartida por algunos expertos en arte contemporáneo asistentes a la subasta.

Récord mundial

Léxico fundamental, un panel de estampas que combina símbolos de la vida soviética contemporánea -uniformes, retratos de Lenin, estrellas rojas y banderas-, ha batido el récord mundial de precio pagado por un artista soviético contemporáneo. Otras obras de Bruskin, algunas de ellas con símbolos culturales judíos, alcanzaron precios comprendidos entre las 32.000 y las 85.000 libras este linas.

"Ha sido totalmente inesperado. No sé todavía lo que voy a hacer con el dinero", manifestaba, sin disimular su alegría, el triunfador de la velada inmediatamente después de la su basta, gran acontecimiento de la vida artística moscovita.

Bruskin, miembro de la Unión de Artistas de la URS S, es desconocido por el gran público soviético. "En la URSS sólo ha habido dos exposicio nes mías", explicaba, "una en Vilnius (Lituania) y otra en Moscú en 1985, que fue clausu rada cuatro horas después de la inauguración". Bruskin expone actualmente en el Kunstmu seum de Berna y ha realizado varias exposiciones en el ex tranjero, incluido EE UU.

La subasta organizada por Sotheby's, cuyo volumen de ventas superó los 3,5 millones de dólares, incluía 119 obras, de las cuales 19 proceden de 1914 a 1940 y el resto refleja la producción de una treintena de artistas contemporáneos. En la primera muestra, reunida gra cias a las colecciones privadas de las familias de los artistas, estaban, además de Rodchenko, Nadezhda Udaltsova, Alexandr Drevin, Bárbara Stepanova y Maria Ender.

La muestra contemporánea es una selección realizada por Sotheby's y el Ministerio de Cultura de la URSS tras muchas visitas a los estudios de los pintores, quienes se quedarán con el 60% del precio de la venta (el 10% en divisas y el 50% en rubios soviéticos con una generosa cotización oficial). Un 30% del precio irá a parar al Ministerio de Cultura y un 8% a la empresa Sotheby's, tras la cesión de un 2% al Fondo de Cultura de la URSS, una entidad en cuya junta directiva se encuentra la primera dama soviética, Raisa Gorbachova.

"Ha sido un resultado impresionante, que muestra el desequilibrio entre nuestro concepto de calidad y la demanda del mercado", señalaba Vitia Missiano, un experto en arte contemporáneo. Efectivamente, algunas de las estrellas de la pintura soviética actual lograron cotizaciones inesperadamente bajas en relación a las expectativas y, a otras figuras menos estimadas.

Este fue el caso de llia Kavakov, un admirado maestro conceptualista cuyas cuatro telas a subasta lograron entre 12.000 y 20.000 libras esterlinas. Menos afortunado incluso fue Serguei Shutov, una promesa de 33 años cuyo tope estuvo en 6.000 libras esterlinas por un tríptico. Las subastas han sido organizadas por el Comité Municipal de Artes Gráficas de Moscú, cuya galería, Malaia Gruzinskaia, fue durante muchos años refugio de pintores que no se ajustaban a los cánones del realismo socialista.

Estos cánones fueron abandonados en la práctica hace ahora algo más de un año, cuando el Ministerio de Cultura cambió su función de censor cultural por la de promotor comercial de los artistas contemporáneos, no conformistas, en el extranjero. Algunos de ellos, que exponían hasta hace poco en apartamentos privados y eran objeto de virulentas críticas, tienen fresca la memoria de la exposición al aire libre que en 1974 fue destrozada por un tractor en el parque de Ismailovo, de Moscú.

Un espectáculo artístico

Varios de los cuadros comprados el jueves ftieron donados a las autoridades soviéticas con la intención de que formen parte en el futuro de un Museo de Arte Contemporáneo de la URSS, una entidad que no existe aún hoy en el país. El cantante británico Elton John, que pujaba a través de un agente, compró dos obras de los esposos Kopistianski (Igor y Svetlana), disparando su precio hasta las 44.000 libras.

"Esto es un show que no tiene nada que ver con el valor artístico real", decía uno de los artistas participantes en la subasta, cuyas obras habían alcanzado precios inferiores a otros de sus colegas menos cotizados con anterioridad.

"Con el tiempo, los criterios se asentarán", dijo el pintor, preocupado por la prueba del mercado libre sufrida. Los precios barajados dificultan el mercado de arte interior de la URSS, ya que son innacesibles para cualquier ciudadano soviético, con un sueldo medio de 206 rubios y sin posibilidad de obtener divisas.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_