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Reportaje:

Colombia, la guerra cotidiana

La hipótesis de un Gobierno duro se abre paso ante la impotencia del presidente Barco

Cada día parece reducirse más en Colombia el espacio para las ideas no radicales. "Estoy de acuerdo con las matanzas de campesinos, los de Urabá, los de Mejor Esquina; todos eran unos comunistas, unos guerrilleros", comentaba hace poco un joven hacendado, que se jactaba de tener en su finca a un grupo de autodefensa contra la guerrilla. "Todos en el Huila (provincia agrícola en el centro del país) tenemos estos grupos. ¿De dónde sacamos las armas? Personal del Ejército nos las facilita. A mí también me ha ofrecido ayuda la Mafia, pero no la he aceptado".

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"Estoy de acuerdo con una guerra, es el único camino para encontrar la paz. No vamos a dejar que esos comunistas se queden con nuestras tierras. Estamos hastiados de boleteo (impuesto que cobra la guerrilla), del secuestro, de la extorsión", agregaba este terrateniente.La opinión de este hombre, que no tiene más de 32 años, no es aislada. Igual piensan muchos hacendados, grandes, medianos y hasta pequeños, de todas las regiones agrícolas de Colombia Para ellos, un reflejo claro del grave daño que ha causado la violencia guerrillera al campo son las cifras: una hectárea, que antes costaba 250.000 pesos, hoy tiene un precio de 70.000 pesos.

Para los que están en este bando, resulta explicable que la izquierdista Unión Patriótica (UP) haya perdido, en sólo tres años, a más de 600 militantes víctimas de la guerra sucia. Y que A Luchar, un movimiento que surgió hace año y medio, ya contabilice más de 100 asesinados.

Muchos aseguran que la UP no es más que una organización de fachada de la FARC (el grupo guerrillero más grande del país) y que A Luchar lo es del ELN (el grupo insurgente más violento).

Al otro extremo de la balanza están los seis grupos guerrilleros. Sus acciones, cada día más audaces y violentas, son el más claro argumento para demostrar al país que para ellos no hay otro camino distinto a la guerra para .salvar al país de las garras de la oligarquía y el imperialismo yanqui".

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El mapa de guerra que muestra el Ejército colombiano es asombroso; los frentes guerrilleros operan en casi todas las provincias colombianas.

En los últimos cinco días, atentados terroristas han dejado pérdidas que suman los 45 millones de pesetas a la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, y en un solo día se han presentado hasta cinco ataques guerrilleros diferentes.

Territorios liberados

Para nadie es un secreto que en Colombia existen "territorios liberados": el ELN los tiene en la zona petrolera de Arauca y el Magdalena Medio, y las FARC, en las regiones selváticas del Guabiare y el Caquetá.¿De dónde sacan las armas?, preguntó un periodista alemán al cura español Manuel Pérez, máximo dirigente del ELN. "Nos las suministra el Ejército", fue su respuesta.

Y en medio de esta cotidianidad de noticias de guerra, un hecho protagonizado por la extrema izquierda hizo sentir al país que en cualquier momento uno de estos dos extremos puede arrastrar a Colombia definitivamente a la guerra total.

Este hecho fue el secuestro del máximo ideólogo de la derecha, Álvaro Gómez Hurtado, ocurrido el pasado 29 de mayo. El Movimiento Diecinueve de Abril (M-19) dice que lo tiene en su poder y, en un último comunicado, lo señala como "uno de los cinco oligarcas del país" y aseguran que es tratado como prisionero de guerra.

"No podemos esperar más", .el país se está deshaciendo", . actuamos ahora o mañana será demasiado tarde", exclamaron políticos de todos los sectores al tiempo que surgía una propuesta "salvadora": un gran acuerdo político.

Para los liberales, el acuerdo debe girar alrededor de cinco temas: orden público, seguridad ciudadana, mafia, reformas constitucionales y guerrilla. Para los socialconservadores, el tema único debe ser la búsqueda de la paz. Y la Unión Patriótica, coalición de izquierda y tercera fuerza política del país, propone un gran diálogo nacional en el que participen todos los sectores sociales y económicos de la nación.

Pero mientras los partidos se preparan para esta gran cumbre, el presidente Virgilio Barco, al que casi todos ven caminar contra corriente, sigue empeñado en afirmar que la situación en Colombia no es tan grave, que el país vive en guerra hace 30 años y que las utilidades de las empresas son muy buenas.

Y cuando todo el país esperaba un viraje total en las políticas del Gobierno, que incluyeran, si fuera necesario, la ruptura del esquema Gobierno-oposición, Barco se limitó a cambiar a ocho de sus 13 ministros. Las caras nuevas del Gabinete son todas liberales. Lo más grave es que a las pocas horas la Prensa sacó a relucir el pasado "no muy santo" de varios de ellos.

Nuevo escenario

"El país vive un estado próximo a la anarquía. El presidente no tiene una conciencia cabal acerca de la gravedad de los problemas que agobian a la nación. De la acefalia del Gobierno surge una situación en la que no hay decisiones, ni iniciativas, ni presencia de quienes están llamados a dirigir el país. Por esto, los partidos políticos tradicionales, junto a la UP, estamos dispuestos a crear un nuevo escenario en el cual las fuerzas políticas democráticas, con su acción, con una tarea de emergencia, suplan la actividad del Gobierno haciendo frente con firmeza a la grave situación del país". Esta enérgica afirmación la hizo a EL PAÍS el presidente del directorio nacional socialconservador, Rodrigo Marín Bernal.No es la única voz crítica contra el Gobierno. El ex presidente liberal Carlos Lleras Restrepo, quien hace pocos días aseguró que el país se siente "mal manejado", ratificó en su último escrito que es urgente un cambio en la manera de gobernar del presidente.

Ese nuevo rumbo debe imprimirle al Gobierno un inconfundible carácter de socialdemocracia en la redistribución del ingreso y de la riqueza, afirma el jefe liberal. Colombia es un país con 12 millones de pobres y la mitad de ellos viven en la miseria absoluta.

La ausencia de liderazgo, de ideas políticas, de soluciones concretas a los problemas del país le están abriendo el camino -según varios analistas- a un Gobierno de extrema derecha. Se descarta el golpe militar; no parece ser necesario.

Ya se empieza a conformar un abanico de candidatos para un Gobierno de mano dura. Julio César Turbay tiene un buen antecedente: durante su Administración, 1978-1982, aplicó un implacable estatuto de seguridad. Posteriormente, el Consejo de Estado condenó a este ex presidente y a dos generales por aplicar la tortura.

El general retirado Fernando Landazábal Reyes es el otro nombre que se baraja. Fue el ministro de Defensa durante el Gobierno de Belisario Betancur y se le pidió la renuncia por la radicalidad de sus opiniones. Hace poco afirmó: "Los políticos no han dejado ganar la guerra al Ejército". En los muros de las calles y en los vidrios de los coches ya se lee: "General Landazábal, salve usted la patria".

En medio de esta polarización es difícil mantener la esperanza. Recientemente, en un informe confidencial de un noticiario de televisión, se reveló un diálogo que sostuvieron hace poco dos jefes conservadores.

-El país está tan mal que deberíamos participar en el Gobierno.

-¿Y tú crees que el país tiene una salida?

-No.

-Entonces, ¿para qué entrar al Gobierno?

-Para tocar el clarín en el cementerio.

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