Estado de gracia
La Virgen María hecha una loca, dando saltos por el escenario del Centro Cultural Galileo; un san Clemente deprimido y miope que sólo quiere que le dejen en paz y se pega batacazo tras batacazo contra el suelo cada vez que intenta una "elevación" mística; el armario donde dicen que el asceta pasó su vida de ermitaño "y vivió mil muertes bajo la tierna mirada de la Virgen".Está claro que, irreverencias aparte, estamos ante un espectáculo insólito (El asceta san Clemente y la Virgen María), aunque no tanto por el tema delirante ni por el enfoque, sino por la forma en que está concebido, montado, desarrollado e interpretado, con una economía de medios y un derroche de talentos sorprendentes.Jean Gaudin, el responsable de esta parábola -que enseña sobre las dificultades de la vida y la muerte mediante el humor, el virtuosismo técnico y la limpieza de corazón-, es uno de esos nuevos coreógrafos franceses que tienen ya poco que aprender de sus maestros americanos y que parecen decididos a recordar al mundo que la danza teatral la inventaron allí.
Compañía Jean Gaudin
El asceta san Clemente y la Virgen María. Coreografía: Jean Gaudin. Luces: Dominique Malibeau. Música: Rossini y Jean Lurie. Intérpretes: Sophie Lessard y Jean Gaudin. Centro Cultural Galileo. Madrid, 20 de junio
Le ayudan Sophie Lessard -en permanente estado de gracia, con una sonrisa que seconvierte en guiño cada vez que le hace una nueva faena al asceta o cuando, como sin querer, se queda en una pose de la iconografía tradicional-; el miserere de Rossini; una luminotecnia elocuente y perfecta; el armario-mundo y una fantasía controlada por la inteligencia para lograr un espectáculo de una calidad poco común que se apoya también en un trabajo minucioso de preparación técnica dirigido a potenciar la expresión del movimiento.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.