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Tribuna:CITA EN MOSCÚ
Tribuna
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Fruto de la voluntad política

Hace más de un año, hablé de los desafíos con que se enfrentaban las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, y también de las oportunidades y de nuestras esperanzas de poder tomar decisiones audaces y de gran alcance.Hoy día son hechos realizados la visita del jefe soviético a Estados Unidos, la histórica cumbre Reagan-Gorbachov en Washington y la conclusión del tratado de armas nucleares de alcance medio (INF). Y ahora se reunirán en Moscú, la próxima semana. Mirando retrospectivamente los acontecimientos del año pasado, empieza a comprenderse el verdadero significado de lo que es la voluntad política. Porque ha sido la voluntad política -la buena voluntad de fijarse objetivos ambiciosos e intentar realizarlos en contra de los pronósticos- lo que ha hecho posible todo esto.

Mientras que diferentes factores han tenido un papel en la creación de estas nuevas realidades, hay algo innegable: hizo falta nada menos que un cambio fundamental en la actitud y una voluntad para replantearse las actitudes del pasado para realizar el primer tratado americano-soviético que eliminaba dos clases de armas mortíferas. Este cambio, a su vez, hubiera sido imposible sin nuestra glasnost o perestroika y su dimensión político-internacional, que está siendo llamada el nuevo pensamiento político.

El tratado INF ha sido descrito con frecuencia como un primer paso útil hacia el auténtico desarme nuclear, lo que es cierto. Pero hay tal vez algo más que el mero hecho de la conclusión de un tratado que reduzca nuestros crecientemente complejos arsenales nucleares. Por primera vez, los valores universales humanos, cuya absoluta prioridad ha sido subrayada repetidamente por Mijail Gorbachov, han triunfado sobre los poderosos prejuicios militares y políticos. En este momento es muy difícil saber si esto puede anunciar un cambio completo, pero era claramente un progreso que ya ha tenido un profundo impacto psicológico sobre el pensamiento estratégico tradicional y sobre la opinión pública en nuestros dos países y en el mundo entero.

Como sabemos, la experiencia política, en especial en las relaciones entre las dos grandes potencias, no es fácil ni gratuita. La ruptura con ideas convencionales y conceptos muy arraigados es un proceso doloroso, y la adopción del nuevo pensamiento político, con todas sus implicaciones prácticas, necesita un profundo examen de conciencia por nuestra parte. Pero, una vez superada esta revaluación, estamos ahora convencidos de que éste es el único camino inteligente que habían de recorrer la Unión Soviética y Estados Unidos si alguna vez deseaban cambiar sus relaciones y el ambiente político internacional en general. Y nos anima ver que nuestra línea política de perestroika en su más amplio sentido político, y los principios renovadores y dinámicos que ha producido, son debidamente apreciados por las diferentes fuerzas políticas de este país.

Pero, dejando de lado los avances en el importantísimo sector del desarme y control de armas, estamos ya comprobando movimientos tangibles en otros sectores de nuestras relaciones. De las amargas recriminaciones y casi estériles debates sobre derechos humanos hemos entrado en un ininterrumpido y significativo diálogo sobre el completo espectro de problemas humanitarios, lo que el secretario de Estado George Shultz califica acertadamente de "calle de dos direcciones". Y en este esfuerzo, tal como lo propuso Mijail Gorbachov el pasado diciembre, están participando también nuestros parlamentarios, que, por iniciativa soviética, trabajan en un plan para crear un mecanismo para tratar de los derechos humanos y de la cooperación humanitaria entre el Soviet Supremo de la URSS y el Congreso de Estados Unidos.

Empresas mixtas

Aunque el volumen de nuestro comercio es todavía, lamentablemente, insuficiente, sus perspectivas han mejorado grandemente. Estamos hablando ahora de crear empresas mixtas y consorcios, y las últimas reuniones del Consejo de Comercio y Economía de EE UU-URSS y de la comisión comercial conjunta hicieron que casi 500 hombres de negocios norteamericanos (un número sin precedentes) vinieran a Moscú. Nuestros intercambios culturales van en aumento, como lo muestra el festival cultural celebrado recientemente en Boston -un acontecimiento espectacular-, donde actuaron juntos artistas norteamericanos y soviéticos.

Y aunque nos sintamos hoy justamente orgullosos de lo que hemos podido realizar, también sabemos los obstáculos que aún hemos de superar y las dimensiones de la tarea inmediata. Claramente no hay ninguna razón para sentirnos satisfechos, pues no tenemos garantías de que no reaparezca el viejo y obstinado fenómeno de que un período de mejora en las relaciones EE UU-URSS no vaya siempre seguido de otro período de empeoramiento.

Para colocar nuestras relaciones en la vía de un desarrollo positivo mantenido, es esencial que se rompa esa pauta de conexión y desconexión. Nuestros dos países y el mundo están cansados de la tensión, y nos acercamos a un punto en que tenemos que reflexionar seriamente en lo que podemos hacer para asegurar que no habrá marcha atrás en nuestras relaciones.

Podemos hacer esto, primero, continuando la labor de construir sobre lo que ya hemos realizado, reconociendo que, si hemos optado realmente por la cooperación, es natural que todos nuestros esfuerzos se dirijan al fomento de las nacientes tendencias positivas.

Queremos que nuestro primer paso real hacia el desarme nuclear sea seguido por un tratado aún más importante. Y lo queremos lo antes posible. Pienso que el año 1988 va a ser muy importante para acercarnos más al objetivo de alcanzar reducciones radicales en nuestro arsenal nuclear. Al menos creemos que puede hacerse.

El mismo planteamiento guía a la Unión Soviética al enfrentarse con el problema de las fuerzas convencionales en Europa, que se hace cada vez más urgente. Esperamos que las negociaciones sobre las reducciones de las fuerzas convencionales en Europa empezarán antes de fin de año, y estamos haciendo todo lo posible para que sea así. Pero es esencial que, una vez que empiecen estas conversaciones, prosigan con toda energía y produzcan medidas reales de desarme. Con este fin hemos propuesto un intercambio inmediato de datos entre los Estados miembros de la OTAN y los del Pacto de Varsovia sobre sus fuerzas armadas y armas convencionales en Europa. Tenemos que empezar ciertamente, como lo formuló Mijail Gorbachov, "poniendo todas nuestras cartas sobre la mesa", examinando con todo cuidado la situación, decidiendo a continuación lo que se puede hacer para reducir el nivel de enfrentamiento convencional en Europa, reconociendo que hay asimetrías en ambas partes que han de tenerse en cuenta.

La verificación -que ambas partes consideran el punto central en cualquier acuerdo fiable de control de armamentos- es un aspecto que constantemente revela nuevas oportunidades para un enfoque imaginativo, que la Unión Soviética persigue activamente.

No queremos soportar los largos conflictos regionales. Estamos fuertemente a favor de la solución de estas situaciones, y lo hemos probado con nuestros actos al tratar un problema tan difícil como el de Afganistán.

Mientras continuamos nuestra perestroika y las nuevas vías de pensamiento, motivados por el deseo de conseguir una mejor vida para nosotros, creemos que es obvio que tiene que haber un equilibrio de intereses y el reconocimiento de la interdependencia de todos en este mundo, tan rápidamente cambiante.

La historia está enfrentándonos con urgencia con el desafío de reestructurar las relaciones internacionales sobre una nueva base democrática, basada en la paz y en la cooperación, y para trabajar para un mundo libre de armas nucleares. Creo que la más alta misión histórica de nuestros dos países es la de contribuir, en cooperación con otras naciones, a la consecución de este objetivo.

Yuri Dubinin ex embajador de la URSS en España, es el actual representante en Estados Unidos. Traducción: Javier Mateos.

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