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EL COMUNISMO SE RENUEVA

La 'perestroika' es buena para Occidente

La Administración de Reagan llega a la conclusión de que hay que apoyar las reformas de Gorbachov

Francisco G. Basterra

La Administración de Ronald Reagan ha llegado a la conclusión de que las reformas que está intentando realizar Mijail Gorbachov van en serio y que el interés de Estados Unidos requiere apoyarlas, aunque no de forma explícita. La primera ministra británica, Margaret Thatcher, el primer político occidental en ver que con Gorbachov se puede "hacer negocios", ha pedido a su amigo Ronnie que aproveche la cumbre de Moscú, que se inicia el domingo, para demostrar el apoyo occidental a los esfuerzos de Gorbachov, "que beneficiarán a todos".

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No habrá una declaración formal de estímulo al proceso de perestroika (reestructuración) en la declaración final de la cumbre, ni en los discursos de Reagan en Moscú. "Esto sería políticamente explosivo" para el presidente y los republicanos en un año electoral, explicó un alto cargo de la Administración norteamericana. Pero esta fuente admite que, en la medida en que se cumplan las expectativas de cambio de Gorbachov, "la sociedad soviética se acercará" a la estadounidense, "y esto es positivo". Cabe esperar, más que declaraciones políticas solemnes, apoyos a la economía soviética, con transferencias de tecnología y créditos.Reagan está convencido, después de tres encuentros con el líder soviético, de que éste es un político comunista de nuevo cuño, y ha declarado -días antes de volar a Moscú- que hay que reconocer que se aprueba lo que está haciendo, "si esto puede ayudarle". Y admite: "Las reformas que está intentando van dirigidas a cambiar cosas en la Unión Soviética que siempre hemos criticado".

Esta conversión de Reagan al gorbachovismo significa un giro radical en la política que mantuvo durante años, en los que declaró a la URSS el "imperio diabólico", y a sus líderes, capaces de cualquier mentira", y levanta ampollas entre los reaganitas, incapaces de entender el instinto pragmático del presidente más anticomunista de la historia de EE UU. "No tengo más remedio que reconocer que considero a Gorbachov un amigo", dijo Reagan la semana pasada.

El presidente ha afirmado también que Gorbachov no persigue el viejo objetivo de dominación mundial del comunismo, algo que ha provocado una advertencia de Richard Nixon. Ayer, en una intervención vía satélite, destinada a los países europeos, Reagan recordó que el muro de Berlín, cuya demolición pidió a Gorbachov el pasado año, "es una cicatriz, un triste recuerdo de la cruel división de Europa".

Los servicios de espionaje norteamericanos han informado a Reagan, en el curso de las sesiones preparatorias de la cumbre de Moscú, que Gorbachov continuará en el poder y seguirá presionando por la reforma del sistema al menos durante dos o tres años. Durante ese plazo, el único reto real a Gorbachov, le han dicho, sería una masiva explosión de disidencia étnica en algunas Repúblicas de la URSS o en la Europa del Este.

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Gran popularidad

"La gran incertidumbre son los satélites, y Gorbachov no sabe ni siquiera lo que va a hacer", siempre según la Agencia Central de inteligencia (CIA), según la cual el Ejército soviético solicitará probablemente nuevas inversiones en armamento, que se convertirán en una seria prueba para las reformas económicas de Gorbachov.Los expertos han informado a Reagan de que aunque Gorbachov "no puede bajar la guardia un solo día", controla la situación y no se repetirá la historia de Nikita Jruschov, derrocado por sus pares. "Lo que necesita hacer", aseguran los informes del espionaje norteamericano, "es llevar a cabo, a largo plazo, una purga no violenta" de los opositores a la reforma. Estas fuentes aseguran que Gorbachov ha sacado a decenas de críticos de importantes puestos, mientras, tácticamente, permite a opositores muy visibles mantenerse en cargos importantes.

Seis meses después de visitar Washington, el líder del Kremlin mantiene una gran popularidad en EE UU. Un reciente sondeo de Gallup revela que es tan popular como Reagan y más que éste incluso entre las personas con educación universitaria. A un 76% de los encuestados les gusta Gorbachov. Hace cuatro años, el 56% de los americanos pensaba que era como la Alemania de Hitler. Hoy, esta idea es sólo apoyada por un 38%, a pesar de que un 70%, de los ciudadanos considera aún a la URSS una "amenaza" para EE UU. Pero una mayoría de ciudadanos, un 59%, estima que la competencia económica de Japón presenta una amenaza mayor a la seguridad nacional que la URSS.

La Prensa norteamericana sigue con detalle los avatares de la perestroika y la glasnost, y nunca como ahora esta sociedad, históricamente desconfiada de los vientos del Este, ha recibido tanta información sobre cómo se vive en la URSS y qué está pasando en los otros países del imperio soviético. La novela Los hijos del Arbat, de Anatoli Ribakov, que revela por primera vez cómo fue la vida bajo la tiranía de Stalin, acaba de ser publicada por una editorial de Nueva York y está siendo un éxito de ventas.

Gorbachov, con el astuto sentido de relaciones públicas que tan bien explotó en EE UU el pasado diciembre, ha hecho un gran elogio de su adversario en The Washington Post y Newsweek, confirmando la idea de esta Administración de que es un político con el que se puede negociar.

Un alto jefe de la CIA ha calificado la revolución interna de Gorbachov como un "terremoto político". Quedan lejos los tiempos en que la agencia y el Departamento de Estado recomendaban al presidente asfixiar económicamente a la URSS forzándola a una carrera de armamentos que su economía no podría aguantar.

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