El Norte también existe
En los últimos tiempos hemos pasado de las dos Españas a las tres Españas; de una separación social a una división material. La del Este, la del Centro y la del Norte.La España del Este, la mediterránea, que englobaría a Cataluña, País Valenciano y Murcia, posee sus propias características, que la han llevado a una diversificación de la economía, permitiéndole de esta manera superar una serie de crisis que han afectado y afectan a sectores muy concretos de la producción. La del Centro, que englobaría, asimismo, la zona Sur, aglutina las zonas de gran concentración urbana y otras prácticamente desérticas. Finalmente, la del Norte, zona tradicionalmente detentadora de riqueza en su mayor parte y especializada en una serie de sectores que han sufrido duramente los efectos de las sucesivas crisis económicas.
Sin embargo, más allá de estas diferencias, hay algo que distingue al Norte del resto de España: la incomunicación. Un kilómetro de carretera en Galicia cuesta alrededor de 50 millones de pesetas. El transporte escolar, que asume el Gobierno gallego, cuesta más de 5.500 millones de pesetas anualmente. Son ejemplos que vienen dados por la dispersión de la población y la atomización de las estructuras productivas. Galicia tiene en su conjunto 313 municipios y más de 30.000 núcleos de población.
Si es cierto que el año 1992 abre las puertas de España hacia el exterior (léase la entrada en vigor del Acta Única, Juegos Olímpicos, Expo de Sevilla), difícilmente el Norte podrá salir beneficiado por ello mientras exista este déficit en infraestructuras. La autopista del Atlántico (enlace entre Irún y Vigo), junto con la red de comunicación Vigo-Ourense-Benavente, establecerían el cordón umbilical con Europa, tan necesario para nuestro futuro.
Romper el cerco
Galicia, por consiguiente, está dispuesta a liderar solidariamente cualquier iniciativa que conduzca a romper el cerco que aísla tradicionalmente al Norte del resto de España y Europa. Cabría justificar ello por la sencilla razón de que cualquier beneficio en ese sentido para Galicia beneficia, a su vez, a las otras comunidades del Norte.
Las potencialidades de la cornisa cantábrica permanecen. Por un lado, las zonas industriales por excelencia, repartidas a lo largo de las cuatro comunidades autónomas: Galicia, Principado de Asturias, Cantabria y País Vasco; por otro, el personal especializado capaz de llevar adelante el cambio tecnológico que el futuro de las empresas requiere, y por último, el potencial endógeno que permite, a su vez, la diversificación de las inversiones: agricultura, ganadería, forestal, pesca y minería, con toda la inmensa variedad de subsectores que ello comporta.
No obstante, el problema seguirá ahí de no surgir un proyecto global que represente, un cambio en la proyección de las comunidades.
La vertebración de Galicia pasa por una comunicación fluida con el exterior. El revulsivo que necesitaba parece haberse producido. Galicia ha sido declarada zona de promoción económica. Hasta un 50% de la inversión que se produzca en cualquiera de los 117 municipios delimitados será sufragada oficialmente. Estos municipios representan el 80%, de la población. A ello hay que añadir la declaración, ya anterior, de la comarca de El Ferrol como zona industrial en declive, por lo que la subvención puede alcanzar hasta el 75% del total de la inversión realizada.
Estos incentivos son los más altos de la Comunidad Europea. Puede ser el inicio de la recuperación y, al mismo tiempo, el despegue de Galiciá. Ello representa un cambio en la orientación económica de la autonomía.
Incidencia de la crisis
Todo esto es importante por varios motivos. Galicia no experimenta la misma evolución en su producto interior bruto que el resto de España. Por sus peculiares características económicas, la incidencia de la crisis se ha dejado sentir especialmente en esta década de los ochenta.
Como aparente contrapartida, el índice de desempleo en Galicia, en el año 1986, era inferior al del Estado, un 13,3% frente al 21,2% del resto de España. Mientras el conjunto de bienes y servicios producidos en Galicia supuso el 5,9% del total en España, su población representa el 7,42% del total.
Estas cifras vienen a indicar, por un lado, la baja renta per cápita de sus habitantes, y por otro, algo más importante, los desequilibrios económicos dentro de la comunidad. Ello es motivado en gran parte por la incomunicación interior de algunas zonas, incomunicación que hay que sumar a aquella que nos aísla del exterior.
Está dado él primer gran paso para lograr salir de ese aislamiento. Una oferta a la inversión que permita al mismo tiempo cambiar el futuro económico de un pueblo. Para llevar adelante este proyecto, el Gobierno de Galicia está dispuesto a poner en marcha todas las medidas necesarias, y, entre ellas, la más importante, el mejorar nuestra comunicación con el exterior. Incluimos en ello la emisión de una deuda pública dirigida especialmente a tal fin.
Pero estas fuerzas no son suficíentes. Es necesario un esfuerzo financiero y de solidaridad por parte tanto del Gobierno central como de la propia Comunidad Europea. Es la meta de la corrección de los desequilibrios territoriales para lograr de esa manera la Europa de los Ciudadanos.
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