Gloriosa Carmen McRae
Festival de Jazz. Teatro Albeniz. Madrid, 12 de mayo.
Hace dos días decía en estas páginas Ahmad Jamal que el piano acústico es mejor que los sintetizadores porque siempre suena, mientras que a los sintetizadores se les quita la corriente y dejan de sonar. Jamal es muy suyo de pensar así, pero tendría que ser consecuente con sus ideas y quitarle la corriente al bajo eléctrico que lleva en su grupo. Comprobaría que tampoco suena y de paso mejoraría la calidad de su música.
A Jamal uno le elogia que no se case con nadie, y por eso entiende poco que se junte con este James Cammack que todo lo acompaña igual y que cuando hace solos demuestra que no son los guitarristas los únicos que ametrallan. Con Seldon Newton, percusión, y sobre todo James Bowler, batería, Cammack forma un trío de acompañamiento que, más que acompañar, apisona. Mérito de Ahmad Jamal es que, de espaldas a la tempestad, sea capaz de guiarla con un control impresionante de los cambios de ritmo.
Ahmad Jamal es un maestro. Sus dedos corren de un extremo a otro del teclado como si persiguieran a un ratoncito invisible, y de repente se le vuelven martillos que golpean las teclas graves con acordes y efectos de increíble potencia. Pese al cambio de acompañantes, es el mismo de sus primeros discos, sobre todo cuando toca Poinciana.
Y en la segunda parte, Carmen McRae. Carmen. La voz con más carácter de la música de Jazz. Una voz que no sería especialmente bella si no fuera por la inteligencia con que la cantante la usa. Carmen nos ofreció una actuación sin nada especial, pero aun así trajo unas cosas maravillosas. Trajo el estilo, la sabiduría y la autoridad de una auténtica diva del jazz. Trajo su prodigioso instinto para colocar las melodías no donde dice la partitura, sino donde ella piensa que deben ir. Trajo un buen grupo acompañante, dirigido al piano por el estupendo Eric Gunnison y con un histórico como invitado, el guitarrista John Collins. Trajo, en fin, un puñado de canciones preciosas y el talento dramático para interpretarlas y contar la gloriosa mentira de la cantante de jazz que canta para todo el público y cada espectador se cree que canta para él.
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