_
_
_
_

Viejos y jóvenes veteranos soviéticos

Los soldados de la II Guerra Mundial y los licenciados de Afganistán celebran juntos en Moscú el Día de la Victoria

Pilar Bonet

Dos generaciones de veteranos de guerra soviéticos -unos, combatientes de la II Guerra Mundial; los otros, licenciados de Afganistán- exhibían uniformes y medallas en las plazas y parques de Moscú ayer, 9 de mayo, fecha en la que la URSS conmemoraba el 43º aniversario de la derrota de la Alemania nazi. El Día de la Victoria -tal es la denominación oficial de esta jornada- discurrió este año en un ambiente menos festivo y triunfalista que en ocasiones anteriores.

El día amaneció cubierto y frío y una lluvia intermitente hacía abrir los paraguas a los ciudadanos que, como cada año, se habían concentrado frente al teatro Bolshoi o en los parques de la capital para cantar aires nostálgicos de los años cuarentas, bailar cogidos de la mano, reunirse con los compañeros de regimiento o explicar batallas a las jóvenes generacionesLos veteranos de la Gran Guerra Patria (nombre con el que se denomina la contienda en la URSS desde el ataque alemán contra este país, el 22 de junio de 1941) son hoy jubilados que gozan de algunas ventajas en el sistema soviético, tales como ser atendidos sin pasar por las colas de ciudadanos corrientes, prioridad a la hora de obtener viviendas y posibilidad de efectuar encargos especiales de productos deficitarios. Estas ventajas son compartidas por los veteranos de Afganistán, equiparados a los de la II Guerra Mundial. Ambos grupos sociales habían salido ayer a la calle a conmemorar la fiesta.

Los ancianos, diezmados de año en año por la naturaleza implacable, revivían momentos de camaradería posando en grupo a la vera de estandartes grabados con letras doradas. Los jóvenes, los afgantsi (afganos), algunos con su uniforme de campaña caqui con peto a rayas azules y blancas, habían aumentado su protagonismo en la jornada de ayer y se buscaban unos a otros en el recinto del parque Gorki.

Con el rostro quemado por el sol, Iuri, un joven de Bielorrusia que cruzó la frontera de vuelta de Afganistán el 5 de mayo, conversaba con Valodia, otro joven licenciado hace un año. Yuri iba de uniforme, y Valodia, de paisano. No se conocían, pero en -seguida trabaron conversación porque tenían recuerdos comunes. "Hay gente que opina que tenemos demasiados privilegios", señalaba Valodia, que fue herido una vez en el combate. luri, que no había sido herido nunca, no excluía una activización de la resistencia afgana durante el proceso de retirada.

Los veteranos de Berlín y los de Afganistán han vivido experiencias difíciles, y no sólo en el combate, sino en la forma de insertar su lucha en la historia de su sociedad. El 43º aniversario de la victoria se ha celebrado bajo el signo de la desestalinización y en vísperas del inicio de la retirada soviética de Afganistán. Los artículos de denuncia contra Stalin, que proliferan en la Prensa soviética estos días, no parecen causar grandes traumas a los veteranos que fueron un día al combate "por la patria y por Stalin". La idea de que la entrada de la URSS en Afganistán fue un error ha sido apenas esbozada en la Prensa, pero observadores soviéticos creen que el tema traerá.cola en el futuro, cuando los miles de jóvenes que luchan en Afganistán tengan que adaptarse a la vida civil en la URSS.

"Tras el vigésimo congreso supimos algunas cosas sobre los delitos de Stalin, y no en vano le sacaron después del mausoleo de Lenin. Sin embargo, Stalin tenía demasiados amigos en el poder, y ello impedía revelar la verdad, como se hace ahora gracias a la glasnost", afirma Leonid Berchatski, de 64 años. Berchatski, cuyas cuantiosas medallas prendidas en la americana despiden un suave olor a naftalina, opina que Nikolai Bujarin era un .gran hombre" y que, gracias a la glasnost, puede hoy hablar con una corresponsal extranjera "de un modo más o menos normal", y no con la "espiomanía" de hace unos años.

Opinar sobre Stalin

Al médico militar Boris Musin, de 81 años, los relatos sobre las arbitrariedades de Stalin no le han cogido por sorpresa, y asegura, en su calidad de doctor: "Vi cómo condenaban a inocentes en los años treinta". El uzbeko Jadzhi Usmanov, que vive en el valle de Fergana, dice, sin embargo, no creer nada de lo que dicen los periódicos. "Yo siempre serví fielmente a Stalin", afirma obstinadamente.En un artículo publicado ayer en Pravda, el ministro de Defensa soviético, Dimitri Yazov, se refería a la II Guerra Mundial pasando por alto el papel de Stalin y repitiendo algunos argumentos clásicos de la interpretación soviética de la contienda, tales como la cifra de víctimas, de 20 millones de soviéticos, puesta en cuestión hoy en día por historiadores e intelectuales.

Una reciente obra de 12 tomos ha sido duramente criticada por el escritor Víctor Astafiev, en una reunión presidida por el miembro del Politburó Aleksandr YakovIev a finales de abril. Astaflev, que participó en la guerra, se quejaba del desconocimiento existente sobre el número de personas que fallecieron en la contienda. El general Dimitri Volkogonov, historiador especializado en Stalin, anunciaba en la misma sesión que el Instituto de Historia Militar prepara una obra de 10 tomos sobre la II Guerra Mundial. Volkogonov ha sido nombrado recientemente di.rector de esta institución. Mientras tanto, continúan apareciendo relatos sobre la represión que Stalin ejerció sobre la cúpula del mando militar en los años treinta. Veintitrés años después de haber sido escrita, una respuesta del escritor Ernst Genri al también escritor, hoy fallecido, Ilia Eremburg (corresponsal de Izvestia en la guerra de España) ha visto la luz en la revista Druzhba Narodov. Genri rechaza las tesis de Eremburg en el sentido de que Stalin fue un Maquiavelo y un César Borgia de la política soviética, y le acusa de haber aplastado la dirección del EJército soviético en vísperas de guerra y de, haber roto la unidad antifascista de la clase obrera en Occidente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_