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Hadas fotógrafas contra reporteros de guardia en Foco 88

El año 1988 es el de consolidación de Foco como catalizador de una determininada forma de concebir la fotografía. Por fin se ha definido por una línea más propia de hadas fotógrafas que de reporteros de guardia: es la de la fotografía inventada. En sus cuatro ediciones, quizás el único denominador común al que echar mano en todas ellas sea el de lo asistemático, junto a una fidelidad por todo aquello relacionado con el realismo fantástico como movimiento plástico. No obstante, de entrada, en Foco 88 tiene cabida todo, y de cualquier forma, sólo se concibe como una convocatoria de amplio espectro con una marcada vocación hacia todo aquello que a golpe de cámara sea capaz de transformarse en irreal.Desde un fotógrafo japonés, nacido en 1913, Shoji Ueda -una especie del Frank Sinatra del surrealismo fotográfico baqueteado por infinidad de publicaciones especializadas de los cinco continentes- hasta un holandés desconocido en la plaza, en ésta y en muchas otras, Michel Szulc-Kryzanowski. Entre ellos, dos españoles, Iñigo Royo y Antonio Bueno. Y, sobre todo, una lujosa colectiva, Proceso al Medio (16 autores), clasificados por Alejandro Castellote y Manuel Santos. Éste en el cartel de Foco 88, que junto a los talleres de Calum Colvi (9-14 mayo), Michel Szulc-Kryzanowski (23-28 mayo) y un programa de conferencias en las que se repiten algunos autores presentes en la convocatoria, junto a algún otro, como J. P. Witkin, hacen, al igual que en Catalauña, que la primavera huela a fotografía.

Estado de la cuestión

Proceso al medio es el más claro exponente de por dónde va la cuestión fotográfica en los años que corren. Imágenes huidizas de todo aquello que huela a instantánea, a momento decisivo. Búsqueda de antiguos procedimientos, de viejas fórmulas, que, al contrario que antaño, hoy, en vez de querer calcar rabiosamente la realidad, emplean la misma beligerancia en sentido opuesto, para alterarla. Fotografía como espectáculo en la obra de Jacinto José Esteban: desnudos masculinos a escala 1:1, o algo más; peceras, que simulan piscinas, en las que retoza un retrato como fondo; jardineras cubiertas de grava en las que hay que escarbar para encontrar 100 retratos, al menos, en pequeño formato ocultos bajo ella.Impresionantes composiciones como las de Andrés Serrano, perfecta realización cúbica de una masa de sesos de animales empaquetados en metracrilato; temática repugnante, a priori, interpretada con una singular ternura, que la hace espectacularmente bella gracias al sabio empleo de los recursos de iluminación y puesta en escena, casi cinematográfica. llan Wolf y su cámara estenopeica que todo lo alarga. O las fotos de Peggy Ann-Jones, realizadas con aparatos autoconstruidos específicamente para cada una de sus composiciones, a base de restos de instrumentos de segunda mano que posteriormente destruye. Ejercicio de docencia fotográfica, capaz de hacer comprender los principios elementales del registro de imágenes por este procedimiento a cualquiera que, aun sin tener ni idea de estas cuestiones, siga la realización de cada una de estas obras.

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