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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El susto de los precios

LA SUBIDA del índice de precios al consumo (IPC) 0,7 puntos durante el mes de marzo puede dar al traste con uno de los ejes de la actual política económica del Gobierno, cifrada en acabar el año con una inflación no superior al 3%. El aumento registrado en marzo es casi la cuarta parte de esa previsión y ha colocado la inflación anual -la registrada en los últimos 12 meses- en el 4,4%. El secretario de Estado de Economía, Guillermo de la Dehesa, ha subrayado la incidencia de las últimas subidas salariales en el rebrote inflacionario. Se trata de una carga de profundidad en contra de la UGT, en quien muchos de los componentes del actual equipo económico del Gobierno ven al maligno al que culpar, por su negativa a aceptar un pacto social cuyo componente de aumentos salariales le venía impuesto en la práctica por las autoridades económicas, de los males que se puedan derivar de una política de no concertación laboral. Es más que dudoso que los aumentos salariales puedan tener mucha influencia en el aumento de precios registrado el mes pasado. Actualmente, los convenios se están firmando con una media de un 5,5% de subida salarial, pero los que pueden haber tenido influencia en la composición del índice de marzo -es decir, los firmados a finales del año pasado- lo fueron con una media de poco más de un 4% de subida, aumento al que difícilmente puede atribuírsele una incidencia importante en el susto dado por el IPC a los responsables económicos del Gobierno.Este aumento de la inflación en España se produce, además, cuando gran parte de los analistas internacionales, seis meses después del lunes negro de la bolsa neoyorquina, coincide en señalar las tensiones inflacionistas, junto con una elevación de los tipos de interés, como una de las amenazas futuras más serias contra la economía de los países desarrollados.

Las economías occidentales, en todo caso, parecen haber superado el fantasma de la anunciada recesión del consumo, que podría haberse reflejado en una caída de la actividad productiva. El miedo tenía su base: las pérdidas del crash a nivel mundial, que algunos quisieron emparejar con la negra crisis de 1929, llegaron a cifrarse en unos 11 billones de pesetas en la primera jornada. Pero las semanas siguientes también fueron negativas. Las pérdidas en los mercados españoles en esa fase alcanzaron los cuatro billones de pesetas. Las bolsas mundiales han reaccionado positivamente en estos últimos meses gracias a los apoyos institucionales -una lección extraída por los Gobiernos a partir de la experiencia de 1929-, con lo que las pérdidas de octubre se han limitado a ser de carácter contable en buen número de casos. Pero el mantenimiento de los fuertes déficit en Estados Unidos y la lentitud con que la economía alemana occidental afronta su reactivación son otras tantas incógnitas que vienen a sumarse a los desequilibrios domésticos españoles: el paro y una inflación que se muestra reticente a dejarse domeñar.

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