La verdad del actor
¿Tienen algo en común los artistas del mundo? Sí. Sí, por asombroso que parezca. Cada uno de ellos, a su manera, expresa la verdad. Se ha creído, durante mucho tiempo, que para alcanzar esa verdad había que apoyarse en una misma tradición y una misma cultura; había que estar arraigado en un terreno único. Al final de mis viajes y mis indagaciones, yo he llegado a otra conclusión. Fuera del mundo occidental y en muchos países mi discusión con las gentes de teatro ha terminado, inevitablemente, en el mismo tema básico: como reaccionar frente a la influencia y la presión de Occidente, o sea: ¿por qué imitar a Occidente?, ¿por qué no buscar las formas tradicionales propias y las propias raíces étnicas?, ¿hay que hundirse en la propia cultura o en la cultura ajena? Mi idea es otra. Creo que la verdad que podemos alcanzar, la verdad que nos impregna, que nos sacude, no existe gracias a la tradición o a los caminos y medios estilísticos utilizados. La verdad que vale es la de cada momento. Y cuando se interpenetran muchas influencias de su roce y de su convergencia nace una visión nueva, fresca y asombrosa.Una misma cultura
Una colisión de partículas crea la luz. En el pasado, una buena compañía de teatro se organizaba sobre la variedad de los tipos y sobre la distinta edad de los personajes de una misma cultura; hoy podemos hacer aún más vivos esos contrastes utilizando actores de origen muy diferente. Éste es el mejor proyecto para un mundo cuyo público es una rica mezcolanza de razas e, incluso, dentro de una misma cultura cada individuo está condicionado por otra mezcla, cada vez mayor, de influencias globales. Cuando diferentes culturas se mezclan en un escenario el público se enfrenta con verdades específicas y universales.
El Instituto Internacional del Teatro y yo tenemos la misma edad teatral. Hemos empezado justo cuando nuestro mundo estuvo a punto de ser destruido por la intentona de imponer un solo módulo cultural.
El trabajo de unir e informar a las gentes del teatro de su mutua existencia tiene la misma lógica que las tareas de la Unesco y las Naciones Unidas. Quizá la nota esencial del IIT, en estos 40 años, sea el nacimiento de su verdad gracias a tantas combinaciones e interdependencias hechas posible a través de las distintas culturas de nuestro mundo.
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