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Panamá, amenazado por el colapso económico y el aislamiento internacional

Antonio Caño

Un Panamá amenazado por el colapso económico como consecuencia, parcialmente, de una huelga general que entraba ayer en su tercer día, intenta al mismo tiempo encontrar soluciones para otro de los flancos de la crisis: el aislamiento internacional. En rechazo por los sucesos del pasado fin de semana, la gran mayoría de los embajadores acreditados en esta capital ha boicoteado los primeros actos protocolarios del nuevo presidente, Manuel Solís, y se niegan a entrevistarse con él.

Solamente los embajadores de Cuba, Nicaragua, México, Francia, Corea del Sur e Israel asistieron el martes a las ceremonias de apertura de la nueva sesión de la Asamblea Nacional, durante la cual Solís pronunció un discurso en el que recordó que Panamá no olvidará qué países se han comportado como amigos en estas circunstancias difíciles. La mayoría de las embajadas, entre ellas la de España, envió a ese acto a representantes de segundo rango, y otras, como la República Federal de Alemania, no asistieron a la ceremonia.Seis países latinoamericanos -Argentina, Uruguay, Perú, Venezuela, Costa Rica y Bolivia- han llamado a consultas a sus embajadores como protesta por la destitución de Eric Arturo Delvalle, mientras que los representantes diplomáticos europeos mantienen permanentes consultas con vistas a actuar coordinados. El pasado domingo, todo el, cuerpo diplomático se reunió en la nunciatura para adoptar una postura común respecto a la conveniencia de entrevistarse, como es tradicional, con el nuevo presidente. La decisión fue la de rechazar esa conversación hasta no recibir instrucciones precisas por parte de sus gobiernos.

El cuerpo diplomático no puso obstáculos para reunirse en 1985 con Delvalle cuando éste sustituyó a Nicolás Ardito Barletta, forzado a dimitir por los militares. Tampoco se presentaron inconvenientes para reconocer la legitimidad de este último cuando se le declaró vencedor de unas elecciones fácilmente catalogables como fraudulentas. La propia Embajada de Estados Unidos, que ahora actúa como impulsora de esta presión diplomática, manejó y ocultó entonces datos que demostraban que el candidato de la oposición, Arnulfo Arias, había sido el vencedor por más de 70.000 votos de diferencia.

Fuentes diplomáticas de distintos países europeos no ocultan su incomodidad por el papel que están jugando en estos momentos. Estas fuentes temen que un aislamiento de Panamá empuje a este país hacia posiciones políticas más izquierdistas y pueda crear las condiciones para un desenlace violento de la crisis. Pero el reconocimiento del nuevo Gobierno sería, sin duda, visto por EE UU como un gesto inamistoso. Hay que recordar que Eric Delvalle sigue todavía escondido en algún punto de Panamá -probablemente bajo protección norteamericana- reclamando su derecho a ser reconocido como presidente legítimo.

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