En la ‘banlieue’ de Mbappé, donde el mensaje contra Le Pen llega, pero no siempre convence
En las calles de Bondy, localidad del extrarradio de París donde creció el capitán de la selección de Francia y una de las más pobres del país, se palpa la falta de interés antes las próximas elecciones legislativas
En Bondy, la localidad del extrarradio de París donde creció Kylian Mbappé, casi todo el mundo ha escuchado sus palabras. El domingo, en una rueda de prensa desde Düsseldorf, donde participa en la Eurocopa, el futbolista francés instó a los jóvenes a votar en las próximas elecciones legislativas, adelantadas por el presidente Emmanuel Macron tras el revés que sufrió en las europeas. Lo han escuchado a él, como a otros deportistas que alzaron la voz contra la extrema derecha. Pero los astros del balón no convencen aquí a todos. Algunos dicen que no acudirán a las urnas.
Bondy, con 52.000 habitantes, forma parte de lo que se conoce como la banlieue. A 12 kilómetros al noreste de París, aquí se está muy cerca y muy lejos de la capital. Separado de ella por el periférico, la gran autopista de circunvalación que marca los límites de la gran urbe. Esta localidad es famosa por ser el lugar donde creció Mbappé. También nació aquí William Saliba, defensa del Arsenal y jugador de la selección francesa.
En la plaza frente a la estación de trenes, que conectan el municipio con París en menos de media hora, hay carteles del equipo francés pegados en unas columnas. No muy lejos, en un gran bloque de viviendas, un mural homenajea a su capitán: un niño duerme abrazado a un balón de fútbol y sueña con el número 10 de la selección de Francia. Le acompaña una frase: “Ama a tu sueño y te amará de regreso”.
Jean-Michel tiene 31 años y prefiere no dar su apellido. Lleva tres años viviendo al lado de este mural. Ha escuchado las declaraciones de Mbappé “contra los extremos, los que dividen”, así como las de Marcus Thuram, quien pidió votar contra el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen en las elecciones del 30 de junio y 7 de julio. “Creo que las declaraciones de deportistas sobre ir a las urnas tiene un impacto, es importante para los jóvenes”, afirma mientras espera para recoger comida en una pequeña hamburguesería de la zona. Pero él, personalmente, está harto: no votará. “Siempre hay que hacer barrera [en contra de la extrema derecha]”, dice con tono de resignación, añadiendo que votó a Macron en las últimas presidenciales justo para evitar la victoria de Le Pen. Ahora ya no lo hará.
La formación de extrema derecha arrasó en las elecciones europeas del 9 de junio con un 31,5% de los sufragios y los sondeos la sitúan como la primera fuerza en las legislativas, por delante de la coalición de partidos de izquierda y de los centristas de Macron. Bondy, sin embargo, votó mayoritariamente a la izquierda: La Francia Insumisa, el partido de Jean-Luc Mélenchon, obtuvo el 45,7% de los sufragios. Le siguió, de lejos, la ultraderecha de Le Pen (16,7%) y la derecha tradicional (9,6%). Ambas, justo por delante de la lista de Macron, que se quedó con el 7,5% de los votos. Seine Seint Denis, donde se sitúa Bondy, es el departamento con mayores índices de pobreza del país, según el Observatorio de Desigualdad de Francia.
En Bondy, donde muchas personas son franceses de segunda o tercera generación, no todos creen que su voto sea capaz de cambiar las cosas. En las últimas europeas, la abstención superó en esta localidad el 61% del censo. En las presidenciales de 2022, rozó el 40% y en primera vuelta Mélenchon obtuvo más del 53% de los votos, seguido por Macron (18,9%) y Le Pen (11,7%).
En el estadio Léo Lagrange se entrena la Asociación Deportiva de Fútbol de Bondy, donde Mbappé dio sus primeros pasos. Grupos de niños corren de un lado a otro, mientras los entrenadores van gritando órdenes. En otra pista, entrenan con dos niños al aire libre: Idriss e Ilyes, ambos de 22 años, nacidos en Francia y con familia de origen argelina y marroquí, respectivamente. Ellos tampoco irán a votar la semana próxima.
“No hay evolución. Si votar sirviese para algo, hace mucho que estaría prohibido”, dice Ilyes, atribuyendo la frase al cómico francés Coluche. Sí cree que lo que dijo Mbappé tiene cierto peso. Pero no le hizo cambiar de opinión. Además, asegura, ya es tarde para inscribirse. A la pregunta de si no le produce cierto miedo que la extrema derecha llegue al poder, alza los hombros. “Yo soy francés. ¿Qué me van a hacer a mí? Lo que me da pena es por los que llegan”. Su amigo coincide. “Atacan a los más débiles”, añade. Para ellos, los medios tienen una gran responsabilidad de la situación, al centrarse demasiado en temáticas como el islamismo o el velo, cuando hay “muchos otros problemas”. Ambos creen que estarían mejor en otros lados. Y aseguran que cuando puedan marcharse del país se irán.
Thierry Pointeau, de 66 años, es el presidente de la Asociación Deportiva de Bondy de Fútbol. Conoce bien a Mbappé. “Lo vi nacer, estaba con nosotros, estábamos siempre juntos”, asegura. No le sorprende en absoluto que haya gente que no tenga la intención de ir a votar. “Nos han abandonado durante años. Entonces, llega un momento en el que la gente ya no cree en la política. Aunque algunos políticos sean sinceros y hagan un buen trabajo. Ahora es difícil volver a subir esta cuesta”, afirma por teléfono.
No duda, sin embargo, de la influencia que tienen Mbappé y otros deportistas entre los más jóvenes. “Yo estoy de acuerdo con ellos al 2.000%. Ya no hay que quedarse con los brazos cruzados, no decir nada. Con lo que está pasando en el terreno, en los estadios, con los gritos racistas. Si ellos no se mueven, no sé quién lo hará. Tienen toda la razón”, sostiene.
Idriss e Ilyes hacen algunos ejercicios de calentamiento antes de empezar a entrenar. Los dos niños que los acompañan, de siete y nueve años, los imitan. Mientras dan su opinión sobre las elecciones y las declaraciones de los deportistas, uno de los pequeños pregunta: “¿Qué dijo Mbappé?”
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