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Leningrado celebra un festival sobre la historia del cine norteamericano con 40 películas

Desde los años cincuenta no se celebraba un certamen de estas características en la URSS

Leningrado, segunda ciudad de la Unión Soviética, acoge a partir de hoy un festival de cine norteamericano, cuyo programa incluye una cuarentena de títulos de la historia de la cinematografía de Estados Unidos. Se trata de la primera muestra de estas características que se celebra en la Unión Soviética desde 1955, aunque en 1959 se celebró en Moscú otra muestra, a mucha menor escala que estuvo apoyada con la visita del actor Gary Cooper a la capital soviética.

La iniciativa es totalmente privada, de la fundación Film and Theater Diplomacy. Su presidenta, Carole Peyser, manifestó a la agencia France Presse que la idea surgió el año pasado. El festival terminará el próximo 2 de marzo.Aunque existe un mercadinegro de películas norteamericanas en soporte vídeo, el ciudadano soviético no conoce muchos de los títulos más populares de la cinematografía norteamericana.

Entre los filmes programa dos figura Cantando bajo la lluvia, un antológico musical de Gene Kelly que relata en clave irónica las notables consecuencias que tuvo la incorporación del sonoro al cine de finales de los años veinte. Otro musical previsto es El mago de Oz, en la versión que realizara Victor Fleming en 1939. Al margen de curiosidades como una de las cintas en que el actor Ronald Reagan quedó mejor parado (King's row), el festival no desecha películas sobre temas contemporáneos como la guerra de Camboya (Los gritos del silencio, que describe la sanguinaria lucha de los jemeres rojos de inspiración prochina), o El regreso, un filme sobre la dificil reincorporación a la vida civil de los antiguos combatientes en Vietnam. En el terreno de la ficción científica destacan Encuentros en la tercera fase, de Steven Spielberg, un relato sobre la visita amistosa de unos extraterrestres (que dentro del género en los años cincuenta, acostumbraban a ser el soporte metafórico de una invasión roja), y El imperio contraataca.

Admiración

El escaso intercambio entre las cinematografías soviética y estadounidense ha obedecido históricamente a más razones que las puramente ideológicas. Lenin y los líderes de la Revolución de 1917 (que tuvieron una inmediata preocupación por el control de la industria cinematográfica de su país) admiraban las producciones de artistas afincados en Estados Unidos como Charles Chaplin o Griffith. Los teóricos soviéticos se interesaron por el cine, ya que se trataba de un nuevo arte cuya breve historia apenas le permitía estar contagiado por la tradición burguesa. En este sentido, el cine norteamericano, menos apesadumbrado por los chantajes de una larga historia cultural (caso de las artes en Europa), indagó de manera más desinhibida sobre las posibilidades específicas del lenguaje cinematográfico, y cineastas soviéticos como Eisenstein manifestaron su admiración por este trabajo. Eisenstein, sin embargo, protagonizó un fracasado intento de rodar con producción norteamericana Que viva México.Las crecientes dificultades monetarias para el comercio internacional de la Unión Soviética y el régimen estalinista cortaron estos contactos iniciales, que sólo episódicamente se han reconducido. En este sentido destaca la concesión de un oscar a la mejor película extranjera a la producción soviética Moscú no cree en las lágrimas, una crónica ternurista.

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