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Tribuna:CENTENARIO DE LA SUFRAGISTA ESPAÑOLA
Tribuna
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Clara Campoamor, una mujer de nuestra época

Los primeros 100 años de vida de Clara Campoamor se han cumplido ya. Ayer. De vida, porque a pesar de sus documentos conocidos como actas de nacimiento y muerte, que datan que nació en Madrid el 12 de febrero de 1888 y que murió en Lausanne el 30 de abril de 1972, su presencia está hoy en la memoria de una generación que creció en medio de un sistema de referencias calculado para que no se la recordara nunca. Vivir en la memoria es vivir.No era fácil rescatar lo que su figura política representaba, mientras duró ese tiempo en el que la práctica docente de las ciencias sociales dejaba en la opacidad el pasado republicano inmediato, su clima cultural y la dimensión moral del movimiento feminista. Éste obtuvo, en el comienzo de esa II República, uno de los logros que ha marcado históricamente la dimensión política de ese movimiento en las sociedades industriales: el voto de las mujeres. Clara Campoamor estaba allí sin que lo supiéramos. El dato que habíamos llegado a aprender es que el sufragio universal se había ganado en España en 1890.

La historia, sin embargo, no se para nunca. Tenía que llegar 1975 y con esta fecha el comienzo de la segunda fase del movimiento feminista en España. En su dimensión cognitiva, uno de los objetivos era la reconstrucción del pasado inmediato. Y algunos libros empezaron a salir, útiles para esta tarea. En 1975 se publica el Sufragio femenino en la Segunda República, de la historiadora Rosa M. Capel; en 1976, La polémica feminista en la España contemporánea, de la hispanista Geraldine Scanlon. La figura de Clara Campoamor adquiere relieve tras esas y otras lecturas y comienzan a obtenerse los trazos del perfil propio de esa abogada y diputada de las Cortes Constituyentes que destaca en él entorno parlamentario, que se enfrenta con su propio partido, el Partido Radical, que se enfrenta con sus propios intereses, en definitiva, para mostrar en primer plano los intereses de un movimiento social como el feminista. La diputada consigue arrastrar los suficientes votos en la Cámara como para que ese movimiento obtenga en 1931 el logro histórico del voto de las mujeres.

Ella lo escribe, pocos años después de aquellos acontecimientos, en un apasionado relato, El voto femenino y yo, en el que narra la muerte de su carrera política por haber osado defender desde su escaño lo que en aquel momento parecía indefendible en la mente estrecha de unos partidos. Ese libro sigue siendo una de las lecturas ejemplares para percibir algunos rasgos de sociedad patriarcal vigentes en la España de 1936.

De Clara Campoamor hoy todavía se sabe poco, pero más que en 1975. Se sabe -un ensayo biográfico sobre ella lo registra- que tuvo que salir de este país en la ola de la guerra, a pesar de que en 1936 no ocupaba ningún cargo político. Se sabe que pasó a Suiza; pronto a Argentina, en busca del reencuentro con la lengua común, y, finalmente, la vuelta a Suiza con un pensamiento fijo: volver a España. No se pudo cumplir. Se sabe que tuvo muchísimo tiempo para intentarlo, pero que todos los intentos quedaron frustrados. Y se sabe que a pesar del aburrimiento que le producía la existencia en Lausanne, a pesar del cansancio, esperaba la llegada de tiempos mejores, si no para ella, para otros y otras. Así escribía a Consuelo Berges en 1957:

"Me voy resignando poco a poco a mi mal, me digo que acaso vale más ya resignarme a este refugio, a esta vida sencilla, carente de estímulo y empuje; vegetar, en suma. Pero a veces anhelo tanto poder al menos asomarme a nú pasado, a lo que constituye la entraña de mi antiguo ser... sería menos desdichada si pudiera de vez en cuando darme una vuelta por ahí (...). Cambiaría todo por una buena discusión entre nosotras, entre cuatro reducidas paredes o en torno a la mesa de un café".

Y a la abogada María Telo, en 1959: "Cuando veo cuál ha sido el resultado de nuestras antiguas luchas y esfuerzos me pregunto si verdaderamente vale la pena hacer algo en la vida (...). Creo que lo único que ha quedado de la República es lo que yo hice, el voto femenino, pues aunque resulte la igualdad en la nada, no se han decidido a borrarlo; pero en cuanto a lo demás.... Y aún confieso que me sorprenden las modificaciones recaídas en el Derecho procesal y que usted me ha comunicado. Es que la fuerza de la realidad es tan grande que aun los más recalcitrantes tienen que rendirse y hacer alguna concesión a la marcha del tiempo. Lo que importaría es que las mejores de entre ustedes mantuvieran el clima, a la espera de mejores momentos que han de llegar indefectiblemente, aunque no se sepa cuándo".

Para ella, tardaron demasiado en llegar. Cuando apunta 1975, los restos de Clara Campoamor ya habían sido repatriados tres años antes. Ella es, el símbolo de una generae ión absolutamente moderna: las sufragistas. Las generaciones que crecieron durante el franquismo se enteraron de todo esto muy tarde, pero a tiempo aún de incluir en la agenda esta fiesta de cumpleaños.

Concha Fagoaga es coautora, con Paloma Saavedra, del libro Clara Campoamor, la sufragista española.

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