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LA CASA BLANCA, DERROTADA

El Congreso de Estados Unidos humilla a Reagan

Francisco G. Basterra

Ronald Reagan y la política de intervención militar norteamericana en Nicaragua sufrieron una histórica derrota en el Congreso en la madrugada del jueves. La Cámara de Representantes, por 219 votos contra 211, rechazó los 36 millones de dólares (3,6 millones para armas) que pedía el presidente para la contra, abandonando al ejército rebelde, creado y dirigido por la CIA, a una incierta suerte dependiente de fondos privados conseguidos en EE UU o en terceros países. El voto es una apuesta por una solución diplomática al conflicto a través del plan Arias, que recibe un balón de oxígeno.

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"El régimen comunista de Managua no debe interpretar la acción de la Cámara como una señal que le permita retroceder en sus compromisos de cumplimiento de los acuerdos de paz de Guatemala", dijo ayer Reagan en un comunicado difundido por la Casa Blanca. Destacó que el voto "socava los esfuerzos de esos bravos hombres y mujeres (contras) en un momento crítico del proceso de paz centroamericano.Reagan ve hundirse uno de los pilares de su política exterior: la doctrina de contención al comunismo mediante el apoyo a guerrillas en todo el mundo. El voto es una humillación para el presidente que pierde el control de la política centroamericana y un triunfo para los demócratas que, en un año electoral, arrebatan la iniciativa a la Casa Blanca. Lo ocurrido ayer en el Congreso, tras más de diez horas de vibrante debate, refleja la progresiva irrelevancia de Reagan para establecer la agenda política en su último año de mandato.

207 demócratas, aliados con 12 republicanos, sumaron ocho votos más para derrotar a 164 republicanos y 47 demócratas, y acabar con la principal obsesión de Reagan: derrocar a los sandinistas o, al menos, lograr su rendición política antes de que abandone, en enero de 1989, la Casa Blanca. Ya no podrá solicitar más fondos públicos para armar a los rebeldes. Los demócratas presentarán una petición de ayuda humanitaria para éstos en las próximas semanas que será apoyada por los republicanos.

["Estamos disgustados. Esto afectará adversamente los intereses de nuestra seguridad nacional en la zona", dijo ayer en. Roma el secretario de Defensa, Frank Carlucci, informa Reuterl.La Casa Blanca y los rebeldes no ocultaron su frustración por el voto que fue calificado de golpe prácticamente mortal a la política centroamericana del presidente, iniciada hace siete años y que ha enterrado 237 millones de dólares (27.000 millones de pesetas) de los contribuyentes en apoyo a los insurgentes sin conseguir desalojar del poder a los sandinistas. Es una rendición", declaró Howard Baker, jefe del gabinete presidencial. Reagan había dicho que una derrota equivaldría al efectivo desmantelamiento del ejército contra. Los republicanos han responsabilizado a los demócratas de lo que ocurra ahora en Centroamérica.

Una victoria pan la paz

El Congreso reconoce con su voto (el Senado volvió a pronunciarse ayer pero sólo para registrar simbólicamente su posición) que son los centroamericanos y no Washington quien debe resolver el problema de Nicaragua. "No es una derrota para el presidente sino una victoria para la paz. Es el fin de la doctrina Reagan, pero EE UU seguirá activamente comprometido con Centroamérica", subrayó el líder demócrata de la Cámara Baja, Tony Coelho.

Sin embargo, nadie cree que esto sea el fin definitivo del asunto Nicaragua. La Casa Blanca inició ayer el estudio de una nueva estrategia para no abandonar a unos 15.000 hombres armados a los que llama luchadores por la libertad, y evitar que pasen a convertirse en refugiados, que inunden EE UU o creen serios problemas en Hondúras donde tienen sus bases. Parece difícil repetir ahora el camino de solicitar financiación a terceros países, con el recuerdo del escándalo Irangate aún muy vivo en la opinión pública. Será más viable la búsqueda de fondos privados en EE UU. Ya ayer los amigos de los contra, encabezados por el general retirado John Singlaub, anunciaron una campaña en este sentido que, sin duda, será apoyada implícitamente por la Administración.

La Casa Blanca dijo que Reagan no abandonará a la contra. Una posibilidad es que los republicanos, no el Ejecutivo, vuelvan a llevar el tema al Parlamento en un intento desesperado de obtener fondos del presupuesto. Pero los demócratas son mayoría en ambas cámaras. La Administración, convencida de que boicotearía efectivamente el plan Arias presionando a sus aliados centroamericanos y de que ganaría en el Congreso, no ha preparado una política alternativa.

Los observadores sostienen que los rebeldes están bien armados y pueden aguantar unos meses con el material que han acumulado. La decisión de los representantes tiene sobre todo un fuerte simbolismo político en el que cuenta poco la cantidad de la ayuda rechazada. Es una señal clara del fin del apoyo oficial de EE UU a la contra y de la cancelación de una política fallida. Sólo una vuelta atrás en las promesas democratizadoras de Daniel Ortega y un endurecimiento de su régimen izquierdista alterarían este hecho, colocando en una dificil situación a los demócratas en plena campaña electoral.

"Es un serio revés en nuestra lucha por la libertad y la democracia, pero seguiremos combatiendo", dijo apesadumbrado el dirigente contra Adolfo Calero. "Tenemos munición para dos meses más, pero nuestra posición negociadora se ha debilitado", añadió.

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