Algunas precisiones sobre el maíz
El martes día 12 de diciembre, representantes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación sostuvimos una entrevista con el director de Agricultura y los expertos de la Comisión Europea para analizar los resultados de la aplicación del acuerdo EE UU-CE sobre importación de maíz y sorgo para su consumo en el mercado español. (Dicho acuerdo prevé que las importaciones procederán en general de terceros países y no sólo de EE UU.)Al terminar la reunión pudimos constatar el enorme interés que estaba despertando entre operadores e informadores el futuro de este acuerdo, y, dado que todos los que demostraban este interés eran españoles, entendimos que se ponía de manifiesto la inquietud lógica por conocer si se salvaguardaban correctamente los intereses del país.
Posteriormente, en el viaje de regreso a España pudimos leer la información que respecto a este tema publicaba EL PAÍS, que, aunque cita el origen de determinadas opiniones, hace algunas afirmaciones que pensamos que deberían ser matizadas o incluso desmentidas rotundamente.
Hagamos para ello un sucinto análisis cronológico de los avatares del tan traído y llevado acuerdo, que nos permita fijar lo más exactamente posible la responsabilidad de cada cual en el resultado de una gestión.
1. En enero de 1987 se firma el acuerdo por el que la Comunidad Europea se compromete a que el mercado español importe y consuma cada año durante un período de cuatro anualidades una cantidad de dos millones de toneladas de maíz y 300.000 toneladas de sorgo procedentes, en ambos casos, de terceros países. No se le escapa a nadie el voluntarismo que representa pretender que una cantidad cerrada (2.300.000 toneladas) sea consumida en un período cerrado (un año) en un mercado libre y comunitario como el español, en el que, además de incrementos importantes en la producción de maíz (en tres años se ha pasado de 1,8 millones de toneladas a 3,5 millones de toneladas), está variando sustancialmente la estructura de la alimentación ganadera no sólo por la aportación de otras materias primas sustitutivas, sino por el mejor aprovechamiento de, los pastos.
2. A partir del mes de febrero, la Administración española, a través de su máximo representante en asuntos agrarios, el ministro Romero, insta en todos los consejos de ministros comunitarios y en contactos con el comisario de Agricultura, Frans Andriessen, a que se instrumente lo antes posible el acuerdo, mediante la aprobación del adecuado reglamento del Consejo y del subsiguiente reglamento de la Comisión que permitiera una rebaja específica para España del prelevement (arancel) que debe pagar cualquier importador comunitario. Dilaciones y retrasos inexplicables de la Comisión hacen que, Consejo tras Consejo, este reglamento siga sin presentarse hasta el mes de junio, desaprovechándose los meses de febrero, marzo, abril, mayo y junio, los más adecuados por otra parte para poder suministrar maíz amerícano, ya fuera estadounidense o argentino, al mercado nacional.
3. Dada la nula necesidad que nuestro mercado tiene, en los meses de cosecha, de esta materia prima de importación, procede lógicamente, en una buena gestión de los mercados, arbitrar las medidas necesarias (restituciones a la exportación) que permitan vaciar nuestro mercado de maíz español y de otros cereales y hacer de este modo el hueco imprescindible que facilite la importación de maíz estadounidense o de otros países productores.
La Comisión se compromete a facilitar la exportación de un millón de toneladas de cebada y medio millón de toneladas de maíz españoles hacia terceros países. Dicho compromiso no se ha cumplido hasta el momento, con lo que se contradice la gráfica expresión de "antes de entrar dejar salir". Al contrario, pretende aplicar la teoría de que una sobrepresión sobre el mercado español hundirá nuestros precios y esto facilitará la exportación.
4. Por fin, el día 22 de octubre se fija la rebaja del prelevement en 58 ECU por tonelada, lo cual, en teoría, debía permitir unas importaciones normales de maíz, pero, dado que los comerciantes tienen suministro suficiente en aquel momento de maíz español, están en condiciones de no importar para así conseguir una rebaja mayor del prelevement, entre otras cosas porque saben que el acuerdo tiene fechas de vencimiento y que si la Comisión, como luego veremos, decide importar por su cuenta deberá utilizar a los mismos operadores para poder adquirir el maíz y almacenarlo. En resumen, el monto de la rebaja no es lo más relevante, sino más bien la casi cartelización del sector.
Facilidades españolas
5. Dado que el tiempo va pasando, la Comisión decide hacer las compras a través del organismo español de intervención y almacenar el producto en España. Para ello, la Administración española da todo tipo de facilidades, siempre dentro de nuestra normativa legal. Los operadores, que, aunque pocos, parecen estar bien avenidos, presentan, como dice la información de EL PAÍS, alrededor de 300.000 toneladas de peticiones que no son desestimadas por el SENPA español, como se afirma, sino que dicho organismo consulta con la Comisión de la CE y recibe instrucciones de que las desestime por ser ofertas inaceptables.
6. El Gobierno español, en vista de las dificultades insalvables para el cumplimiento del acuerdo y en aras de salvaguardar las buenas relaciones comerciales de la CE con EE UU, propone al Consejo de Ministros comunitario y a la Comisión la comunitarización del acuerdo, es decir, que el resto de los países de la CE pueda acceder también a comprar las cantidades pactadas con EE UU y otros países como Argentina.
En resumen, España ha propiciado, tanto al inicio de la aplicación del acuerdo como en este momento, la puesta en marcha de todos los mecanismos que permitieran y facilitaran el funcionamiento del citado compromiso, entre otras cosas por nuestra condición de amigos y socios leales de Estados Unidos.
Éstos son los hechos tal y como se han ido sucediendo y sin que podamos prejuzgar ni conocer los motivos que han inducido a la Comisión a provocar los retrasos antes mencionados.
Sin embargo, sí que es lamentable, por otra parte, constatar la falta de patriotismo que demuestran los que por frivolidad o interés anteponen su beneficio personal o los de sus compañías a los intereses de la nación.
Hemos oído durante muchos años las estupideces presuntamente técnicas y económicas que afirmaban la imposibilidad de que nuestro país pudiera alcanzar una producción correcta de maíz. Antes de finalizar el primer Gobierno socialista se habían cumplido las previsiones de multiplicar por dos nuestra cosecha, tal y como se preconizaba en el programa agrario del PSOE y este esfuerzo de la agricultura española parece que no gusta a algunos de nuestros compatriotas.
Sin embargo, es justo destacar que el secretario de Agricultura estadounidense, en su reciente visita a España, comprendió perfectamente nuestra posición y aceptó la posibilidad de comunitarizar el acuerdo para evitar el excesivo encorsetamiento y las distorsiones que puede producir su aplicación exclusiva a España.
Hay que afrontar la realidad y encontrar entre todos una solución. La Comisión Europea ha demostrado en multitud de ocasiones que sabe gestionar los mercados sin detrimento de los agricultores. Y, desde luego, las fechas límite y las cantidades exactas no deben permitir a los operadores comerciales imponer su ley y campar por sus respetos. Esto no ha sucedido hasta ahora y, desde luego, estamos convencidos de que no sucederá en el futuro.
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