El comienzo

La inauguración, ayer en Bruselas, del Año Europeo del Cine y la Televisión, es por ahora sólo un símbolo. Pero puede ser mucho más que eso: el comienzo de la carrera que, en la próxima década, Europa habrá de emprender inexcusablemente, si quiere hacerse abastecedora principal de su propio consumo audiovisual.El desajuste entre la demanda y la oferta europeas de productos audiovisuales es enorme: consumimos más de diez veces lo que producimos. De ahí la necesidad de la creación de un marco legislativo y político que permita en los próximos años un aumento sustancial de nuestra producción.

Las iniciativas nacionales en este campo han resultado hasta ahora insuficientes. El exministro de Cultura francés, Jack Lang, se apercibió de ello y entendió que sólo desde una conjunción de los intereses de todos los paises de la CEE se podría combatir con eficacia al abrumador predominio estadounidense en nuestro consumo audiovisual. Suya es, desde lejos, la paternidad de lo que ayer se inició en Bruselas.

Y lo que ayer se inició allí -busca del equilibrio en un enorme mercado, que hoy depende casi por entero de la oferta exterior- es una larga y compleja operación, de envergadura histórica, cuyos primeros frutos no se verán antes de fin de siglo.