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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Para pagar la deuda

LA RECIENTE propuesta realizada por el Tesoro de Estados Unidos y el Gobierno mexicano abre un camino novedoso en el tratamiento de la deuda de los países en vías de desarrollo. La propuesta es bastante compleja, y puede resumirse de la siguiente manera: el Tesoro norteamericano emitirá bonos por valor de 10.000 millones de dólares a 20 años, en la modalidad conocida como cupón cero, que significa que los intereses se acumulan a lo largo del tiempo y se pagan todos juntos en el momento del vencimiento; el Gobierno mexicano, que adquiere esos 10.000 millones de bonos pagando 2.000 millones de dólares, emite nueva deuda por valor de 10.000 millones de dólares garantizada por los bonos del Tesoro norteamericano y con un tipo de interés flotante más elevado que el de la deuda actual; los bancos acreedores pueden canjear deuda vieja por deuda nueva, pero para ello deberán aceptar el descuento que aplica actualmente el mercado, y que se acerca al 50%. Las solicitudes de canje serán competitivas, y corresponderá al Gobierno mexicano la decisión final sobre las mismas.Se trata de un acuerdo equilibrado que requiere un esfuerzo de todos los participantes. El Gobierno mexicano podrá, si todo sale bien, reducir su endeudamiento en unos 20.000 millones de dólares, frente a los más de 100.000 que supone actualmente la deuda exterior mexicana, pública y privada. Los bancos acreedores deberán hacer el esfuerzo de reconocer unas pérdidas equivalentes al descuento con que vendan la deuda antigua, y a cambio obtienen una deuda garantizada indirectamente por el Gobierno de Estados Unidos y unos intereses mayores de los que antes percibían, si es que llegaban a percibirlos. Por último, el Gobierno norteamericano actúa, en cierta medida, como garante final de la deuda de un país vecino de cuyo destino no puede desentenderse.

Las primeras reacciones han sido favorables, y ha comenzado a hablarse rápidamente de la extensión del esquema a otros países deudores, especialmente Brasil, Venezuela y Argentina. Sin embargo, las condiciones de México son favorables para este tipo de acuerdo, ya que cuenta con unas reservas importantes y con una frontera común con EE UU. Es bastante dudoso que el Tesoro norteamericano acepte entrar, al menos a corto plazo, en operaciones similares.

Se trata, en cualquier caso, de un precedente interesante, especialmente por el grado de implicación del Gobierno norteamericano en la solución del problema. El lanzamiento del denominado Plan Baker significó, en realidad, el primer paso en el reconocimiento de la responsabilidad política norteamericana en la zona: la idea central de este plan consistía en admitir que el ajuste de los países endeudados debería llevarse a cabo mediante una aceleración de su crecimiento y no mediante el alargamiento indefinido, mucho más allá de lo razonable, de los planes de ajuste. Conviene recordar que los recortes que han aceptado algunos de los países- endeudados en su nivel de vida habrían sido impensables en Europa o en cualquier país desarrollado. Pero las iniciativas contenidas en el Plan Baker fracasaron, y la propuesta actual implica un paso adelante en el reconocimiento de que el crecimiento de los países más avanzados está ligado, de una u otra forma, al progreso de los países menos desarrollados.

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Para los bancos acreedores, el reconocimiento de haber perdido cerca de un 50% del valor de sus créditos es una medicina amarga, aunque para muchos de ellos es preferible a las incertidumbres del cobro de los intereses y a la inmovilización del activo que supone la situación actual. Los bancos más proclives a participar en el nuevo sistema serán los europeos, que son los que han constituido las provisiones más elevadas para esos créditos. Este hecho ha provocado algunas críticas al esquema en Estados Unidos, en el sentido de que podría ocurrir que fuesen los bancos europeos los más beneficiados por la garantía indirecta del Tesoro norteamericano a la nueva deuda mexicana. La propuesta contiene los suficientes elementos de novedad como para merecer el calificativo de innovadora, y demuestra que siempre es posible encontrar fórmulas razonables para abordar la resolución de los problemas, por muy complejos que éstos sean.

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