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Manuel Quinto: "Me divierte parodiar la novela negra"

El escritor ha ganado el Premio Alfa 7 con 'El judío errante'

Dos novelas policiacas, dos premios. Con la primera, Cuestión de astucia, Manuel Quinto, un profesor de instituto, ganó el Premio Odisea 1985; con la segunda, El judio errante, ha obtenido el Premio Alfa 7, instituido por Editorial Laia. Para publicar la tercera, Situación límite, ya no le ha sido necesario concurrir a ningún premio: está a punto de aparecer en la colección Etiqueta Negra, de Júcar. Quinto afirma que le divierte parodiar la novela negra.

"Mis novelas no tienen el argumento tradicional de la novela negra, están llenas de parodias diversas, la primera de las cuales es la parodia de la propia novela negra", explica Quinto.Bajo su aspecto serio y responsable de profesor de instituto, Manuel Quinto rezuma humor e ironía. Se ríe hasta de su sombra y, por descontado, hasta de sus novelas, de las que habla con distanciamiento. "No es fácil hacer una parodia", afirma, "para ello se ha de conocer muy bien un género literario. Lo bueno es conocerlo, darle la vuelta e ironizar sobre las situaciones que representa". Pero, ¿se lo toma en serio? "Bueno, no demasiado. Me molesta la gente que se toma las cosas demasiado en serio". "Si elegí el género negro", añade, "es porque tiene una estructura fascinante, que permite cualquier tipo de situación. Además, siempre me han gustado las novelas de aventuras".

Las aventuras no faltan en sus dos primeras novelas. Ambas protagonizadas por un mismo personaje, Buenaventura Pals, un detective aficionado que sale de todos los líos casi por casualidad. En Cuestión de astucia, Pals, sin quererlo, se ve implicado en un robo de armas; cobra su trabajo, también por casualidad, porque quienes le han metido en el lío deciden pagarle, no porque él lo reclame. En El judío errante, el bollo es aun mayor y Pals, que esta vez, algo más precavido, intenta cobrar por adelantado, se las ha de haber no sólo con una misteriosa trama judía sino también con los servicios secretos norteamericanos y con un par de gánsteres desencadenados por Cadaqués. Pals resuelve ambos casos gracias a su afición a los acertijos, afición que comparte con Quinto. "Soy un gran admirador de Sherlock Holmes y me encantan sus historias en las que logra que cada cosa encaje en su sitio intepretando los más misteriosos mensajes en clave". Este tipo de juegos entusiasman al escritor. En Cuestión de astucia cada capítulo tiene por título una película de Hitcheock y no sólo por título sino que éste también se relaciona con el argumento.

En el amplio muestrario de detectives de todos los tiempos, Buenaventura Pals, en dos novelas, ha conseguido una personalidad bastante definitiva: es un poco tonto, muy inocente, jamás pasará de amateur, nunca será rico y tanto le da ser amigo de polis como de chorizos. Y no tiene pasado. "Pals no es muy espabilado pero saca fuerzas de flaqueza. Es quizá la inocencia recompensada. Es bueno porque le es más rentable que ser malo, a veces es bueno por inconsciencia o distración. Para ser malo, malo de verdad, se ha de tener más genio y trabajar y a él no le interesa".

Estilo indirecto, su tercera novela policiaca es bastante diferente de las dos. anteriores y es la primera del género en la que no aparece Pals. "Es un experimento. Es una novela en la que aparentemente no sucede nada; hay indicios, sólo indicios, de que se ha cometido el crimen y una serie de personas intentan averiguar a nivel teórico si ha sucedido y cómo ha sucedido".

Manuel Quinto combina por ahora la literatura con sus clases de francés y si se le pregunta qué le gusta más, asegura que ni una cosa ni la otra. "El trabajo no realiza a nadie, cansa. Lo que de verdad me gusta es viajar, leer, escribir... sin que me examine nadie. Cualquier actividad profesional que hagas en la vida tienes que explicarla, tienes que justificarla, tienes que obtener el aprobado. Eso es lo que cansa".

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