Cómo degradar un patrimonio
El autor de este artículo, conservador de museos, visitó hace unos días la exposición de pintura española Del Greco a Picasso, que se exhibe en el Petit Palais de París, un lugar que no cumple en absoluto los requisitos indispensables para la conservación de obras de arte. El resultado, como denuncia el articulista, es el deterioro, tal vez irreparable, de algunas obras de artistas señeros de la pintura española, como Murillo, Velázquez, Goya y Picasso.
En París se expone desde los primeros días de octubre y hasta el 3 de febrero una soberbia muestra de pintura española titulada Del Greco a Picasso, compuesta por más de un centenar de lienzos, óleos sobre tela (afortunadamente no hay ninguna tabla) procedentes de diversos museos y colecciones de España. Sólo el Museo del Prado aporta más de 60 cuadros.La exposición tiene lugar en un museo, el Petit Palais de de París, donde habitualmente se exponen las colecciones Druit y Tuck. El museo se alberga en un edificio construido en estructura de hierro para la Exposición Universal de 1900, y no posee ningún sistema de conservación ni activo ni pasivo. Su aislamiento térmico es prácticamente nulo, pues sus paredes son pocas y delgadas, poseyendo grandes aberturas y amplios espacios, lo que hace que las condiciones climátidas exteriores se reflejen rápidamente en su interior.
Visité esta exposición el día 18 de diciembre y puedo asegurar que el estado de conservación de la mayoría de los cuadros era lamentable e intolerable.
El cuadro El milagro del pozo, de Alonso Cano, estaba completamente destensado, lleno de ondulaciones, debido a las pésimas condiciones climáticas del interior del Petit Palais, lo mismo El retrato de Femando VII, de Goya, El retrato de Juan Bautista Munguía y El lazarillo de Tormes del mismo autor. Elpelele, de Goya, tenía en su superficie lo que nos pareció un crecimiento de hongos por humedad elevada.
La lechera de Burdeos presentaba pliegues y ondulaciones del soporte, lo mismo los Velázquez y los Murillo. El retrato del naturalista Félix de Azara tenía vela duras de humedad en el barniz.
Los Zuloaga, Sorolla y Nonell presentaban todos ellos destensados del lienzo y las telas pare cían más las velas de un barco en calma chicha que lienzos de grandes maestros. La Dama de azul, de Picasso, del Museo Nacional de Arte Contemporáneo presentaba en su parte superior derecha un conjunto de pliegues y arrugas que sólo pueden atribuirse a un ambiente saturado de agua.
Protección ineficaz
Pudimos ver las gráficas de humedad y temperatura de dos termohigrógrafos colocados en el suelo de una de las salas: estaban por encima del 75% de FIR, con bruscas modificaciones de las medidas, que agravan la situación, pues son más nocivas las variaciones rápidas.
Para modificar, y, en su caso, secar el ambiente, había dos deshumidificadores pequeños -fabricados para volúmenes de aire no superiores a 250 metros cúbicos- con los que se pretende bajar la humedad de un espacio en el cual una sola sala supera los 3.000 metros cúbicos.
El exceso de humedad es el peor de los males que se puede infligir a una colección y mucho más si esa colección suele permanecer en ambientes habitualmente secos, como es el caso de los cuadros que proceden de Madrid y del Prado. La humedad relativa media de las salas del Prado durante los meses de octubre, noviembre y diciembre es del 45%, por lo que las consecuencias de prestar cuadros en condiciones ambientales tan adversas serán que, cuando las colecciones vuelvan a su lugar de origen y por tanto a una humedad más baja, se producirá el efecto contrario al actual, una contracción de los lienzos con la aparición de nuevos cuarteados o el agrandamiento de los existentes, y, en los casos más extremos, la caída de capa pictórica. No se nos permitió ver los cuadros por su parte posterior, pero es probable que se hayan producido en muchos de ellos crecimientos importantes de hongos que se alimentan del mismo lienzo o de las colas usadas por los artistas.
Es de todos conocido que el clima de París durante el otoño y el invierno presenta una humedad relativa elevada y si la construcción del edificio permite que ésta penetre fácilmente en el museo, y si además éste no posee ningún sistema de acondicionamiento, las colecciones sufrirán pérdidas irreparables.
NegligenciaEs negligencia el prestar un patrimonio tan vasto e importante, y que es de todos nosotros, en condiciones tan precarias. Los dados que se han producido son irreversibles y muchos de los cuadros deberán pasar por los talleres de restauración a su vuelta. Se ve que los responsables de esta exposición piensan igual que Viollet le Duc, que "conservar no es más que restaurar poco a poco", sentencia que hoy sólo se aplica, en países que no merecen otro título que el de repúblicas bananeras, pues son los únicos que acceden a prestar "por razones de prestigio" un patrimonio de tanta calidad y cantidad en condiciones climáticas tan adversas como las de esta exposición. Hoy, la técnica nos garantiza unas condiciones climáticas óptimas para cualquier espacio y objeto.
Una vez más, las exposiciones llamadas de pretigio, organizadas sin garantías y sin la debida preparación técnica, se convierten en exposiciones de degradación del patrimonio. Una exposición cuyo montaje costó, según parece, 500 millones de pesetas, y que para. su conservación sólo cuenta con los pequeños deshumidificadores, indica irresponsabilidad, pues la conservación es el tema más importante en la organización de cualquier exposición temporal.
Mientras, a 50 metros de este museo, en el Grand Palais, las obras de la exposición del pintor francés Frangonard (excepto las que pertenecieron a la Du Barry, hoy en la Flink Collection de Nueva York, y las de la Wallace Collection de Londres, que no prestan sus obras por temor a problemas de conservación) disfrutaban de las condiciones ambientales adecuadas, es decir, de todo lo que carecían las nuestras.
Babelia
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