Bonitas estampas abren un desfile de 90 películas
ENVIADO ESPECIAL, A medianoche del jueves, hora del Caribe, finalizó la ceremonia inaugural del Noveno Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, que este año ofrece a centenares de miles de espectadores cubanos y al millar largo de delegados, invitados y periodistas acreditados un variadísimo -prácticamente inabarcable- conjunto de proyecciones cinematográficas, sesiones de ficciones y de reportajes audiovisuales, así como seminarios y debates que pretenden reflejar y servir de punto de reflexión acerca de la compleja situación en que hoy se encuentran las cinematografías de América Latina.
Un número aproximado de 500 filmes, procedentes de países del continente y de las islas del Caribe, se proyectarán, a lo largo de dos apretadas semanas, en la veintena de salas habilitadas para que el festival de La Habana pueda desarrollar sus actividades.
Además de las obras específicamente cinematográficas, se incluirá también una amplia muestra en soporte de vídeo y varias secciones retrospectivas, entre las que destacan las dedicadas al actual cine cubano, al cine canadiense y al recuerdo del Primer Festival de Cine Latinoamericano, celebrado en la ciudad chilena de Viña del Mar en 1967, hace ahora dos décadas. Este festival de Viña del Mar también va a tener, a partir del próximo día 9, incidencia en las actividades previstas, ya que un conjunto de cineastas y de estudiosos especialistas en cine latinoamericano van a celebrar un seminario íntegramente dedicado a aquel encuentro fundacional.
Dramático esfuerzo
Hace 20 años, en Viña del Mar se inició un colosal y dramático esfuerzo de los cineastas más significativos de aquel tiempo -para abrir un camino, largo y abrupto, donde confluyeran el cine y la historia de los países de América Latina.Viña del Mar es, por ello, sinónimo de un cine enrolado en la idea de hacer coincidir una pasión estética con una pasión política, o, con otras palabras, uno de esos momentos privilegiados de la historia en la que la búsqueda de la belleza coincide con la búsqueda de la libertad. Debido a esto, el recuerdo del primer encuentro en Viña del Mar pesé negativamente sobre la película seleccionada para inaugurar el festival de La Habana, la brasileña Ele o boto. Se trata de un filme superficial, de espaldas a todo riesgo, un conjunto de bonitas estampas coloristas, que poco, por no decir nada, tiene que ver con el duro camino iniciado en Viña del Mar hace 20 años por un pufiado de hombres de cine que entregaron su imaginación a la libertad de su América. Entre las 90 películas que concursan en la selección oficial del festival de La Habana se podrán ver, sin duda, otras más cercanas al espíritu de Viña del Mar.
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