El enigma
Hay escritores que mueren sin haber conseguido triunfar nunca, pero son más los que tras haber triunfado en vida pasan después al limbo del olvido. Ya se sabe que Franz Kafka murió sin apenas haber publicado nada, y que a punto estuvo el mundo de desconocerlo para siempre. Con Robert Walser pasó algo parecido. En sentido contrario, ¿,quién recuerda hoy a Jakob Wassermann, a Louis Bromfield o a Pearl S. Buck? ¿Quién lee, si no es por oficio, a Pereda o a Palacio Valdés? La memoria es intermitente, quien selecciona es el presente, pero el pasado siempre puede volver.Concha Espina fue una figura singular. Ni siquiera su centenario, en 1969, ni las efemérides de su muerte, acaecida en 1955, han logrado arrancarla de su lenta bajada al limbo del olvido. Y sin embargo fue la escritora española más famosa de su tiempo, sobre todo a partir de la muerte de la Pardo Bazán, y eso durante más de un cuarto de siglo. Al final de sus días conoció los primeros brotes de sus herederas, Carmen Laforet o Ana María Matute. Vendió muy bien sus libross, recibió toda suerte de honores, premios de todo tipo, fue bastante traducida y llegó a ser candidata al Premio Nobel. Tampoco entró en la Real Academia, que mantenía virgen su misoginia entonces y casi hasta ahora.
¿Por dónde vino, entonces, el olvido?. Sin duda, el alineamiento de la escritora con el bando vencedor en la guerra civil española, si le confirió una gloriosa vejez, no ha favorecido su posteridad. Aun. así, la crítica más adversa siempre la ha respetado, como sucede en el libro de Eugenio de Nora. Nora proclama a Concha Espina. como "uno de los pocos valores positivos de la liquidación. del realismo del siglo XIX", y señala que sus tres peligros fueron el folletín, la novela rosa y el relato edificante; destaca sus dos mejores novelas: La esfinge maragata y El metal de los muertos.
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