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La Audiencia de Barcelona procesa a un comerciante español por estafar a Irán

La Audiencia de Barcelona ha procesado al súbdito español Andrés von Podolsky por una supuesta estafa cometida en junio de 1981 al Gobierno de Teherán, con el que había concertado una operación de venta de 240 toneladas de tubos de acero para la construcción. Por esta operación, según el auto de procesamiento, el imputado cobró 600.000 marcos alemanes (23,3 millones de pesetas), pero la mercancía jamás llegó a destino. Von Podolsky había fundado en 1981, en Barcelona, una oficina comercial especializada en operaciones triangulares, a través de la cual varias multinacionales suministraban productos a Irán, evitando las restricciones comerciales.

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Este es el tercer procedimiento judicial que el Gobierno de Teherán insta contra Von Podolsky y sus socios por supuestas irregularidades comerciales cometidas durante los años 1981 y 1982, a través de la empresa Cipiquisa (Compañía Internacional de Productos Químicos, S A), cuya sede se encontraba en Barcelona. Esta firma fue fundada en 1981 por el procesado, junto con otros tres socios españoles, con un capital de 100.000 pesetas.La firma se especializó en el comercio internacional y se dedicó, durante los dos años y medio en que permaneció activa, a operaciones triangulares en beneficio del Gobierno de Irán. Cipquisa vendió en su primer año a Jomeini mercancías valoradas en 500 millones de pesetas, aproximadamente. En 1982 y 1983 la firma realizó transacciones por 2.000 millones de pesetas, han manifestado socios de la entidad.

Cipquisa era considerada en Teherán como la primera empresa privada española con la que mantenía relaciones comerciales. "En aquella época vendíamos lo que queríamos", ha manifestado uno de sus fundadores. A través de Cipiquisa se suministraron a Teherán importantes partidas de materia prima, productos para la construcción y material suceptible de ser utilizado por la industria armamentística. Podolsky conseguía aquellos pedidos gracias a ciertos vínculos con allegados al presidente del Parlamento, Hachemi Rafsanjani, se asegura en medios comerciales.

Algunos de estos contratos se firmaron en las oficinas diplomáticas de España en Irán, dando de esta manera mayor solemnidad a los pactos. Sin embargo, Cipquisa incumplió reiteradamente sus compromisos. La oficina comercial de la Embajada española en Irán remitió el 11 de mayo de 1982 a la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores una carta,en la que denunciaba las actuaciones de Cipquisa. "Es un asunto bochomoso en términos de ética empresarial que nos está desacreditando", aseguraba el jefe de la oficina comercial.

El representante del servicio exterior de España hacía referencia en esta carta a cinco operaciones comerciales que Cipquisa había concertado con otros organismos del Irán. El valor de las mercancías reclamadas por Irán ascendía a 7,28 millones de marcos alemanes (310 millones de pesetas).

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"No se trata de retrasos involuntarios en la entrega, puesto que se han cobrado en base a conocimientos de embarque falsos y algunas entregas debieron haberse realizado hace ocho o nueve meses", asegura en uno de los párrafos el jefe de la oficina comercial española. En la carta califica la actuación del empresario como constitutiva de un "engaño".

La Audiencia de Barcelona ha confirmado ahora esas sospechas al procesar a Podolsky por presunto engaño a la empresa estatal iraní Aminaim, con una orden de embarque manipulada del buque Defiant y que había sido expedida en el puerto italiano de Trieste. Con esta orden de embarque, Von Podolsky pudo haber cobrado del banco Bank Mellat el importe de una mercancía supuestamente inexistente.

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