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Contra la memoria

Es muy posible que la concesión del Premio de las Letras Españolas otorgue a Rosa Chacel, al borde ya de los 90 años, su merecido descanso, termine con la provisionalidad, el riesgo y el combate contra los regresos que esta gran dama de Valladolid ha llevado a cabo durante toda su vida. Lo que resulta ya más seguro es que no cejará en el otro que ha presidido su vida y su obra: la lucha contra la mediocridad, la ambición del estilo absoluto y el combate contra la memoria.Es también la primera vez en que la llamada literatura del exilio -de la que Rosa Chacel es uno de los máximos representantes- entra en la panoplia de este segundo galardón en importancia entre los que se conceden en nuestro país. Pero Rosa Chacel ha vivido siempre en una especie de exilio interior inexorable, por encima de toda política. Rosa Chacel se exilió en su propio interior desde su infancia -reléase la autobiografía de sus primeros años, Desde el amanecer-, de España a Italia recién casada, en Argentina y Brasil durante la larga migración posbélica; siempre anheló los regresos, que nunca le satisfacían conforme se iban cumpliendo. Su primera novela se titulaba precisamente Estación. Ida y vuelta; sus diarios de exilio y regresos, Alcancía, cuando habló del amor lo hizo bajo el signo de Saturnal, y las memorias que más le interesan las denominó La confesión, en torno a San Agustín, Rousseau y Kierkegaard.

Más información
Rosa Chacel, seguidora de Joyce y Gómez de la Serna, premio de las Letras Españolas

Su obra más ambiciosa, hasta que no termine esa trilogía iniciada con Barrio de Maravillas y Acrópolis, es todavía La sinrazón, la más increíble Memorias de Leticia Valle, sus relatos reunidos en Icada, Nevada, Diada sorprenden sin cesar, y quien desee rastrear secretos impenetrables, que lea sus Novelas antes de tiempo. Su rigor limita a veces con la crueldad: muchos de sus amigos y admiradores lo saben en carne propia, pero ella es la más dura siempre consigo misma. Quiso entrar en la Academia y no la dejaron; estuvo a punto de marcharse otra vez, y escribe sin parar, otorgándonos una de las prosas más complejas, hermosas y sutiles del idioma.

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