Regreso de la sociedad civil

El retorno de la sociedad civil -nadie sabe a ciencia cierta de dónde ni de cuándo-la llamada de la modernidad, la deslumbrante aparición de la posmodernidad y la movida nos han pillado a la sedente tropa burocrática en calzoncillos y con manguitos. Ser funcionarios ya no es moderno ni se lleva. El reconvertido linotipista que compuso el artículo de Juan Cueto El 4% debió dar un respingo de su silla al leer en la pantalla de su ordenador que los funcionarios -esos chupatintas presupuestívoros- trabajan sentados, que los que trabajan sentados cobran más que los que trabajan de pie y que los revolucionarios no se sientan jamás. ¿Se vería también él -que odiaba a la burocracia como sólo lo hacen los editoriales de EL PAÍS- desprovisto de su condición de trabajador? ¿Los sindicatos -avergonzados por defender a estos seres horizontales- lucharían ya sólo por los que trabajan de pie? Si fuera así -pensó siempre le quedaría el recurso de pedir prestados unos billetes al portero de Miguel Yuste, 40, que en sus largos años de sedente rutina debería haber amasado una pingüe fortuna. Además -reflexionó para sus adentros-, en su condición de capitalista popular -era propietario de una acción de su empresa-, siempre podría solicitar la ayuda de su corredor de Bolsa, un verdadero trabajador vertical siempre a la busca de la mayor rentabilidad, que es lo posmoderno.En el editorial del lunes día 22, los funcionarios de EL PAÍS volvían a la carga en su cruzada antiburocr ática: "Es dudoso", se podía leer, "que la UGT elija una buena bandera cuando apela, para justificar sus actitudes, a los funcionarios de una Administración retardataria y corporativista, que el Gobierno ha sido incapaz de reformar". No me consta que los sindicatos hayan pedido un aumento de sueldo para los miembros (le un Gobierno que muestra tal incapacidad, así que por una vez creo que el editorial de los funcionarios de EL PAÍS se puede interpretar a favor de los trabajadores públicos del país que sufren, en su doble condición de ciudadanos y de funcionarios -eso sí, sentados-, los efectos de ese monstruo burocrático que tanto agobia a EL PAÍS y que a los funcionarios ha tardado 10 años en concedernos la representación sindical de que goza el resto de los trabajadores. Que los funcionarios no vayamos en Globo como esa España que despierta quizá se deba a que -como dice Juan Cueto- tanto los que trabajan de pie como sentados están subordinados a una tercera clase de personas que ni trabaja de pie ni sentada, sino repantingada. Me asalta una curiosidad: ¿cómo trabaja Juan Cueto?- . Técnico de Administración Civil.