Ayuda "rentable"
Tras los casos de corrupción en el programa de cooperación con Guinea Ecuatorial, a los que tan gran despliegue ha dedicado su periódico, subyace un escándalo mucho mayor, porque cuestiona no la moralidad de unos cuantos funcionarios, sino la de todo un país, e incluso la de un sistema político. Se trata del desparpajo con el que se da por supuesto el principio, sancionado en su editorial del pasado día 27 de octubre, de que la ayuda al desarrollo tiene como objetivo reforzar los intereses comerciales y políticos del país donante, en lugar de contribuir a que los países menos desarrollados salgan de la pobreza absoluta.En su citado editorial, EL PAÍS endosaba los planteamientos oficiales de que conviene estudiar la continuidad del programa de cooperación de 2.000 millones de pesetas anuales, dado que resulta escasamente "rentable". En ningún momento se consideran como argumento los intereses de un país cuya renta por habitante fue de 213 dólares en 1984, y cuyas estructuras sociales están tan deshechas que no permiten disponer de estadísticias más recientes.
Los rumores sobre la retirada del Guinextebank y de la Secretaría de Estado para la Cooperación coincidían, irónicamente, con el patrocinio por este último organismo de la publicación en castellano del libro África en crisis, de Lloyd Timberlake, en lo que tal vez no constituya un ejemplo de máxima coherencia. Pero, dejando a un lado la exigua y deslabazada ayuda al desarrollo española, calificada por nuestro actual embajador en las Naciones Unidas como la gran asignatura pendiente de la acción exterior de España, su periódico incurre en dos contradic-
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ciones que afectan a su reconocido rigor.
En primer lugar, sí, por un lado, acepta como válido el criterio de rentabilidad de la ayuda al desarrollo, ¿con qué justificación se critica la dedicación de una considerable partida presupuestaria a adquirir piezas de repuesto para el automóvil del presidente ecuatoguineano? Nuestra influencia se vería, sin duda, acrecentada si se decidiera extender tal privilegio a toda la elite política del país africano. En segundo lugar, ¿a qué viene denunciar, como se hizo en sus páginas del pasado 15 de marzo, la asignación de 31,5 millones de dólares del Fondo de Ayuda al Desarrollo a la financiación de un contrato de venta de armas a Marruecos? Nadie podrá discutir los cuantiosos beneficios que dicho contrato reportará a nuestra industria militar.
Valga esta sección miscelánea de cartas de los lectores para dejar constancia de que tampoco el país atiende, ni con mucho, los problemas del Tercer Mundo con la constancia y profundidad que su desarrollo exige.- vicepresidente de Youth for Development & Cooperation.
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