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El público admiró la belleza del teatro 'kabuki'

La sorprendente belleza y la depurada técnica de los actores fueron los elementos que más atrajeron al público que ayer asistió a la primera representación que se ofrecía en España de legendario y tradicional teatro japonés de kabuki. El director de la compañía, uno de los actores más relevantes de la escena japonesa, interpretó los sorprendentes papeles de zorro y guerrero en la obra Yosharstume y los mil cerezos, uno de los grandes textos clásicos de este género teatral nacido a finales del siglo XVI.

El espectacular colorido que se muestra a través del vestuario, decorados y maquillajes fueron los elementos que más sorprendieron a los espectadores españoles, según impresiones recogidas.La reina Sofía, el presidente del Gobierno, Felipe González, y otros miembros del Gabinete no acudieron pese a que había sido anunciada su asistencia. La Reina acudió al concierto que ofrecía Narciso Yepes en el teatro Real de Madrid.

El público, que abarrotó el Palacio de Congresos, única sala donde podía caber la gran escenografía del teatro kabuki, siguió con interés el espectáculo, a pesar de la incomprensión de la lengua, y ovacionó a la compañía durante casi un cuarto de hora al final. Pese al interés, no todo el público llegó a aguantar las casi cuatro horas de representación, en las que el vestuario, rico en sedas y bordados, y el decorado, tremendamente colorista, también atrajeron la atención. Las entradas están agotadas para todas las funciones previstas, hasta el próximo día 10.

En el kabuki, uno de los objetivos fundamentales es la persecución de la belleza. Tanto el vestuario como el modo de maquillaje nacen a finales del siglo XVII, y es a mediados del XIX cuando se termina de depurar la técnica.

Símbolo y ritual

El maquillaje del kabuki está lleno de simbología y de ritual, y en función del personaje que se está representando, los colores que se aplican sobre el rostro son muy distintos. El maquillaje blanco se aplica a los onnagatas, actores que sólo representan papeles de mujer, y a aquellos intérpretes que juegan el papel del joven bello y atractivo. El rostro pintado en rojo es para los personajes de gran fortaleza de espíritu, o los hombres con una personalidad malvada. En aquellas obras donde el texto, o el personaje, es muy realista, se deja el color de la piel parecido al tono natural del rostro.

Estas variedades de colores se producen tanto en hombres como en mujeres, y también presentan su simbología en torno a las cejas y los ojos.

Para aquellos personajes coléricos y llenos de tensión, se utiliza el dibujo con lápices rojos, azules y marrones de las venas, arterias y músculos del rostro.

Para la gira que la compañía de Ennosuke III está realizando por Europa se ofrece una versión reducida de la obra. La versión íntegra es un drama histórico en cinco actos que dura once horas, y tampoco en Japón es frecuente la representación completa. Narra la historia de un caballero del siglo XII, y sus avatares son los propios de la tradición del género y de la narrativa teatral japonesa.

Entre el público se encontraban numerosos profesionales del teatro, como Adolfo Marsillach, Francisco Nieva, Emilio Gutiérrez Caba o José Carlos Plaza, y el director general del Inaem (instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la música), José Manuel Garrido. El espectáculo comenzó a las 20.30 horas, con media hora de retraso.

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