El imprevisible Nobel
Tolstoi no obtuvo el premio por 'anarquista', y Zola, por su 'cínico naturalismo'
¿Por qué Leon Tolstoi, Thomas Hardy y Graham Greene fueron postergados en la concesión del Premio Nobel de Literatura en favor de Theodor Mommsen, Paul Heyse y Miguel Ángel Asturias? La respuesta se encuentra enraizada en el carácter cambiante de la composición y de la política de la entidad que entrega los premios, la Academia Sueca de las Letras, que ha de conceder el premio un jueves de este mes de octubre.
"La historia del Premio Nobel de Literatura aparece claramente como una serie de intentos para interpretar un deseo poco claro", escribe Kjell Espmark, poeta, historiador y académico sueco.El testamento de Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, establecía que el premio debía ser concedido al escritor "que haya producido la obra más excelente en un sentido ideal", y fue al principio interpretado por la academia en un sentido conservador. En 1902, el comité de la academia derribó la candidatura de Leon Tolstoi; se le reprochaba que profetizara un anarquismo teórico y un cristianismo místico. El libro de Espmark se titula El Premio Nobel de Literatura. Principios y valores detrás de las decisiones. Los archivos de la academia, sobre los que se basa, son abiertos al público al cabo de 50 años, por lo que entonces es posible saber las razones por las cuales un candidato fue aceptado o rechazado. El británico Thomas Hardy fue rechazado en 1910, en parte porque "sus heroínas parecen carecer de ninguna sustancia religiosa o ética".
El francés Émile Zola fue postergado a causa de su "cruel y cínico naturalismo", y el dramaturgo noruego Henrik Ibsen, por su "negativismo". El gran autor sueco August Strindberg, muy enfrentado a la sociedad de su propio país, ni siquiera fue nunca considerado, como tampoco el polaco nacionalizado británico Joseph Conrad.
En la década de los veinte ingresó una generación de académicos que interpretaban de una forma más liberal el testamento de Nobel y concedieron el premio a George Bernard Shaw y a William Butler Yeats, cuyas candidaturas habían rechazado previamente.
La academia esperó al final de la II Guerra Mundial para premiar a pioneros literarios; entre 1946 y 1949: Hermann Hesse, André Gide, Thomas Stearns Eliot y William Faulkner. Pero los nuevos vientos habían llegado tarde para James Joyce, Franz Kafka, David Herbert Lawrence y Marcel Proust, que habían muerto.
En la posguerra los premios recayeron en pioneros como Ernest Hemingway, Albert Camus, Samuel Beckett, y "maestros solitarios" como Winston Churchill, Bertrand Russell y Jean Paul Sartre. En los primeros años setenta, una nueva política rechaza la noción del premio como la entrada en una orden de caballería. "La verdadera misión del premio es centrar la atención en esfuerzos que no están obteniendo el respeto que se merecen", dice el influyente académico Arthur Lundkvist. De acuerdo con Epsmark, Lundkvist ha sido decisivo en la negación del premio a Graham Greene.
Los premios concedidos al australiano Patrick White (1973) y al nigeriano Wole Soyinka (1986) ilustraron esa nueva política, al igual que los premios de 1978-1981 a Isaac Bashevis Singer, Odysseus Elytis, Czeslaw Milosz y Elías Canetti. Pero la concesión a los maestros reconocidos como Gabriel García Márquez (1982) y William Golding (1983) demuestran que permanece lo impredecible.
Últimas especulaciones
La lista anual de candidatos es un secreto. El grupo de ganadores potenciales, según la Prensa sueca, incluye a Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Carol Oates, Günter Grass y Max Frisch. Según últimas especulaciones, la academia podría elegir a un poeta poco conocido, quizá de la Unión Soviética.
Babelia
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