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35º FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

Una intensa película erótica del realizador suizo Alain Tanner animó el peor día del certamen

La retirada de la programación oficial, por no estar acabada la copia definitiva, del filme norteamericano Siesta, que había creado alguna expectación, dejó ayer como única película en competición a la húngara Tejados al amanecer, que es una obra tediosa dirigida por Janos Domolky. Rellenó el hueco de Siesta otro filme norteamericano de muy distintas características: Los intocables, de Brian de Palma, entretenido, trepidante y lleno de trampas, que convocará al público por la vía fácil, pero que chocó con la exigencia y coherencia demostradas en la sección oficial. El buen cine llegó, fuera de concurso, con Una llama en mi corazón, del suizo Alain Tanner.

Sobre Los intocables, sustituta de urgencia de Siesta, habrá ocasión de hablar a la vuelta de la esquina, pues su estreno en España es inminente. Adelantemos que en ella, una vez más, Brian de Palma demuestra sus innegables habilidades, que lo son más de prestidigitador de imágenes que de genuino hombre de cine; de imitador que de creador; de mentiroso que de fabulador; de truquista que de imaginativo.La única película que a causa de la deserción de Siesta se presentó ayer en la sección oficial fue el ladrillo húngaro Tejados al amanecer, de Janos Domolky. Película maciza y opaca, llena de referencias caseras la historia de Hungría durante el período que abarca desde la segunda década del siglo hasta el apogeo del estalinismo, es una obra cuya comprensión requiere dosis masivas de paciencia y de complicidad en el espectador.

Error grueso

No se entiende qué hace un filme como éste fuera del ombligo de su país, y menos aún qué pinta en un festival internacional. Su presencia aquí es, por ahora, el único error grueso cometido por los responsables de la selección de películas a concurso.En el ayuno forzoso de ayer, el sabor a buen cine nos lo sirvió en bandeja un miembro del jurado, el cineasta suizo Alain Tanner, autor de La salamandra y En la ciudad blanca, que presentó su reciente Una llama en mi corazón, al alimón con la autora del guión y protagonista del filme, Myriani Mezières.

La buena acogida que tuvo esta obra de apariencia sencilla y de maneras suaves, pero en realidad cargada de intensa electricidad interior, es merecida.

Como todas las obras de Tanner, Una llama en mi corazón no arrastrará a multitudes, pero quedará grabada en las memorias sensibles a esa forma de elegancia que consiste en el arte de hablar de asuntos mayores con palabras menores. Su alcance lo radiografió a la perfección el propio Tanner con esta explosiva combinación de orgullo y de humildad: "Es posible que yo haga películas para pocos, pero no para nadie".

Una llama en mi corazón es el relato de un amor y de su extinción. En él, las aguas mansas y fieles en la piel de la pantalla esconden turbulencias de fondo. Es un filme, por ello, denso y profundo sin parecerlo. Hay buen gusto y sinceridad en la explicitud que da a las escenas eróticas. En él, el ya viejo nuevo cine europeo sobrevive.

De estar incluida en la sección oficial, esta película de Tanner contaría sin duda en las quinielas de ganadores y perdedores que, a falta de tres jornadas, comienzan ya a circular en los rincones de alcohol y augurio.

Candidatas

Puesto que no es posible contar con el filme de Tanner en la lista de premios final, su hueco deja paso a otros dos títulos: Temporada alta, una película británica dirigida por Clare Peploe, que pone de manifiesto que esta mujer, esposa del famoso Bernardo Bertolucci, puede un tardanza hacerle una seria competencia profesional a su marido; y sobre todo, Amor loco, del belga Deruddere, arriesgado poema de amor y de horror, que gana fuerza a medida que se hacen visibles las ronchas que su visión levanta bajo las gafas cubiertas con tela de sotana.Y un tercer nombre indiscutido: el de la actriz española Victoria Abril, cuya magistral interpretación del personaje Consuelo en El Lute, camina o revienta es unánimemente considerada como la mejor de todas las que hasta el momento se han visto en las pantallas del teatro Victoria Eugenia. En el terreno de la interpretación, la única competencia posible para Victoria Abril provendría del conjunto de sus compañeros de trabajo en esta película de Vicente Aranda.

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