Gobernadores
Leo con regocijo el editorial titulado ¿Para qué sirven los gobernadores? Se dice todo en pocas líneas, y además sintoniza con una mayoría de ciudadanos que nos preguntamos lo mismo. Sabrán, de todas formas, que también fuera del País Vasco hay gobernadores que hacen de su gestión su propia y continua guerra de las banderas.Aun a riesgo de personalizar, vayan unos rasgos del gobernador que soportamos por estos pagos de Zamora, cuya vida y obra sigo por radio y Prensa desde el nefasto día en que se lió a dar palos a pacíficos campesinos zamoranos. (En esta provincia todos somos campesinos).
Rescatan ustedes como función principal de los gobernadores; la de coordinar a las fuerzas de seguridad. A nuestro gobernador civil, que le importa un comino que su cargo no aparezca en la Constitución, le priva eso de coordinar a la policía, y de esta guisa: brutal represión de las últimas movilizaciones campesinas, empleando una fuerza desproporcionada que causó numerosos heridos; reciente intervención policial en una sesión plenaria de la Diputación, y eso que los diputados no llevaban navaja; invasión de guardias civiles en no sé qué pueblo para que se reanudase no sé qué carretera que los ciudadanos no quieren; discriminación y favoritismo en las salidas de funcionarios de policía al País Vasco, vulnerando así el acuerdo entre el Sindicato Unificado de Policía y la Administración tras el encierro del verano; ridículo total al anunciar rimbombantemente un nuevo plan de seguridad con incremento de efectivos policiales, mientras los propios policías denuncian que contamos con una sola patrulla para toda la ciudad... ¡Pues viva la coordinación!
En cuanto a los tics franquistas de algunos gobernadores, desgraciadamente no es algo achacable sólo al pasado. A nuestro gobernador, por ejemplo, nadie le ha explicado que a estas zonas pobres nos duele más que a otras el escandaloso desfile de coches oficiales para usos muy particulares y, según tengo entendido, hasta para ir de vacaciones. Y eso que el propio delegado del Gobierno en Castilla y León y hasta el conservador presidente: regional utilizan sus coches particulares incluso en las inauguraciones.
En Zamora no hay banquete, merienda o cita social de alto rango en la que los ciudadanos no estemos representados por nuestro gobernador (y familia), precisamente en actos que los supuestos representados repudiamos por el derroche y despilfarro que suponen. Nuestro gobernador debe ignorar la envidia que pasamos sus súbditos cuando le vemos disfrutando de buen tenedor y mejor compañía.
A nuestro gobernador no le han explicado sus aláteres que en Zamora, una provincia pobre, estamos hartos de programas, de planes de desarrollo, de comisiones de estudio, de ponencias mixtas, de subcomisiones de trabajo, de operaciones integrales... De eso ya lo tenemos todo, de cuando López Rodó y Solís Ruiz. Ahora queremos las obras, las inversiones, los hechos.
Para nuestro gobernador, como p ara aquel rey francés, el Estado es él. Fuera de él, nada. A nuestro gobernador le sobran los 300 ayuntamientos zamoranos, la Diputación y hasta la comunidad autónoma. Solito se basta, por lo que cuenta en la Prensa, para ser el novio en la boda y el muerto en el entierro. Ayer leemos que quiere organizar un verano cultural y hacer un plan integral para la tercera edad, y hoy, que quiere restaurar un castillo y editar un boletín informativo (¿volverá la Prensa del Movimiento?).
Nos conformamos con que siga sin hacer nada, pero bien. Porque esto es desalentador para quienes creímos en el cambio. Nunca la derecha tuvo necesidad de molestarse menos para ganar más. Con gobernadores así no le
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hace falta.- Gregoria Gallego Castro.
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