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El Gobierno húngaro anuncia una profunda reforma fiscal y medidas de austeridad

El primer ministro húngaro, Karoly Grosz, ha anunciado la aplicación de una profunda reforma fiscal y severas medidas de austeridad para hacer frente al estancamiento de la economía de este país durante los últimos años. Hungría es el primer país de la comunidad socialista que implanta el impuesto sobre el valor añadido (IVA), paralelo a la aplicación de un impuesto sobre la renta progresivo de entre el 20% y el 60%.

Paralelamente a las reformas económicas -que ya han provocado resistencias en algunos sectores del partido y de la sociedad-, Grosz anunció mayor autonomía para el Parlamento y sus comisiones y una mayor democratización de toda la vida pública en el país.Grosz, desde junio pasado primer ministro y máximo candidato a la sucesión en la jefatura del partido comunista del líder histórico, Janos Kadar, anunció el miércoles ante el Parlamento el paquete de medidas económicas. El jefe del Gobierno advirtió que estas medidas repercutirán seria y dolorosamente sobre el nivel de vida de la población, pero subrayó que no existe otra salida a la actual situación.

Grosz responsabilizó del deterioro de la situación a las "tensiones y contradicciones" en el seno del sistema económico mixto húngaro. El primer ministro cifró la deuda exterior neta en 8.000 millones de dólares (más de 950.000 millones de pesetas). Otras estimaciones la cifran en 10.000 millones de dólares.

El régimen de Budapest es el que más lejos ha ido en la aplicación de criterios de mercado y de iniciativa privada de la comunidad socialista. No obstante, muchas de las iniciativas no han cuajado, y la productividad en el sector industrial no se ha incrementado, como lo hizo en el agrario.

La aplicación del IVA, proyectada desde hace años por el régimen de Budapest, tiene como objetivo estimular la producción y restringir el consumo con aumentos de precios que llegarán al 25%.

Formas autoritarias

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Grosz, al que algunos sectores intelectuales acusan de querer retornar a formas autoritarias de gobierno, dejó claro que Hungría seguirá por la vía de las reformas económicas. Sin embargo, aseguró: "Seremos consecuente", y, "sobre todo, vamos a aplicar aquello que decidamos". Economistas húngaros partidarios de las reformas achacan el estancamiento de la economía precisamente a la falta de decisión de los anteriores Gobiernos para cargar con las consecuencias sociales de la reforma. El nombramiento de Grosz fue calificado en general de positivo en medios políticos y económicos de Hungría, ya que es el dirigente que mayor autoridad y decisión ha mostrado en el partido y en los sindicatos y el que tiene más posibilidades de aplicar las reformas que en estos gremios se ven con preocupación.En los sindicatos se teme que las nuevas medidas incrementen la inflación, que se halla en el 10% este año, y afecte sobre todo a los pensionistas y a los desempleados. Hungría es el primer país socialista que ha aceptado públicamente la existencia de parados y está cerrando las empresas no productivas.

En su llamamiento a la población para que acepte las medidas, Grosz citó al filósofo marxista Gyorgy Lukacs, represaliado largo tiempo por el régimen: "La productividad es una cuestión de moralidad". El primer ministro anunció el final de la práctica de adquirir créditos para la financiación, y anunció que se limitarán los préstamos a la llegada de "capital productivo".

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