_
_
_
_

Brasil, una reforma agraria condenada El poder de los latifundistas se alía con la falta de voluntad política del Gobierno

Los funerales en Recife del ministro brasileño Marcos Freire, muerto en un accidente aéreo a comienzos de semana, se transformaron -más que en una manifestación de duelo colectivo- en una vigorosa protesta contra la lentitud de la reforma agraria en Brasil. Freire, de 56 años, era el ministro de Reforma Agraria, el tercero en ocupar el puesto en poco más de dos años. Y del mismo modo que sus antecesores, no logró realizar más que una ínfma parcela de lo que se esperaba. En Brasil la reforma agraria sigue sin existir, pese a tener un ministerio y ser tema de casi todos los discursos oficiales.

Hace poco más de una semana, en una conversación privada con algunos corresponsales extranjeros en Río de Janeiro, el ministro Marcos Freire admitía, con cierta amargura, que hasta ahora sólo habían sido asentadas alrededor de 17.000 familias en el campo. Alguien le preguntó cuál era la previsión en el proyecto oficial y Freire contestó: "Alrededor de 460.00T. Cuando le hicieron notar que cada año bajaba aún más el porcentaje de asentamientos en relación a las previsiones, Marcos Freire se limitó a mover afirmativamente la cabeza.El accidente ocurrido pocos días después de esa conversación informal puso una vez más de relieve la lentitud con que se desarrolla lo que debería ser uno de los pilares del Gobierno de José Sarney. A la hora de realizar un balance de los poco más de dos meses de Marcos Freire al frente del Ministerio de Reforma Agraria, todo lo que los analistas encontraron fue una serie de pronunciamientos moderados y serenos y una serie de declaraciones de buenas intenciones por parte del ministro muerto. En concreto, nada.

En realidad, el Ministerio de Reforma Agraria parece haber sido creado bajo el estigma del fracaso. Desde mayo de 1985 no hizo más que enfrentarse sucesivamente a la Iglesia católica, a la justicia, a la burocracia, a los grupos comunitarios de trabajadores de la tierra y, finalmente, a los grandes latifundistas del país.

Latifundistas

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

De las 150.000 familias que se esperaba asentar en tierras expropiadas en 1985, menos de un 10% recibió efectivamente sus parcelas correspondientes. El primer ministro, Nelson Ribeiro, terminó derrumbado por la entonces recién creada Unión Democrática Ruralista (UDR), reunión de los más poderosos latifundistas brasileños, que llegó a crear milicias armadas para impedir "a cualquier precio" la "expropiación de la propiedad privada, de lo que es nuestro".

El ministro Ribeiro llegó a sufrir un duro boicoteo dentro del mismo Gobierno. Como consecuencia llegó a llevar -por error un decreto para la firma del presidente Sarney expropiando nada menos que el perímetro urbano de la ciudad de Londrina, en el Estado de Paraná, uno de los principales centros agrícolas del país. La sensación de ridículo que invadió al presidente (para no hablar de su ministro, por supuesto) fue una de las primeras duchas heladas sobre los planes de reforma agraria en Brasil.

Los adversarios de la reforma se aprovecharon del episodio para poner en evidencia que "el Gobierno no tiene la menor idea de lo que pretende". Poco más de un año permaneció Ribeiro en el puesto; en mayo de 1996 dimitió, sin tener ningún resultado que presentar. El sucesor fue elegido hábilmente por el presidente Sarney: el alcalde de Cuiaba, Dante de Oliveira, que tenía el beneplácito de las izquierdas por haber sido el frustrado autor de una enmienda constitucional (derrotada en el Congreso) que pretendía restaurar las elecciones directas para la presidencia.

Oscuro y limitado, Dante de Oliveira permaneció un año en el puesto, dando garantías de que la reforma no tendría ningún carácter ideológico, ya que sería concebida para funcionar dentro de un sistema capitalista. Desagradó a la izquierda, a los sectores más combativos de la Iglesia, a sectores importantes de su propio ministerio y, por fin, irritó profundamente a la poderosa Unión Democrática Ruralista. Salió del ministerio de tapadillo.

Su sucesor, Marcos Freire, ha estado menos de dos meses y medio en el puesto. El accidente que le mató el pasado martes se llevó junto a él a toda la plana mayor del ministerio.

Pasados más de dos años desde la creación de la cartera de la Reforma Agraria y del anuncio de un programa sobre la tierra, la situación en los campos brasileños es tan dramáticamente injusta como siempre. De los casi 570 millones de hectáreas en propiedades rurales del país, casi 410.000 siguen siendo latifundios. Y de estos latifundios, la mitad es rigurosamente improductiva.

En los campos de este país gigantesco permanecen 10 millones de familias sin tierra. El mismo proyecto original de Samey, bastante conservador y tímido, no logró jamás traspasar las fronteras del papel donde fue escrito. Nadie sabe seguro cuántas familias han sido asentadas en estos dos años. Marcos Freire dijo que eran "alrededor de 17.00V. El proyecto preveía para fines de 1987 casi medio millón de asentamientos.

Los conflictos por la tierra siguen estallando a lo largo de todo el extenso mapa brasileño. El avión de Marcos Freire cayó en la región del sur del Estado amazónico de Para, uno de los principales focos de luchas armadas por la tierra. Cayó, además, en el mismo instante en que en la Asamblea Constituyente, reunida en Brasilia, se demostraba el vigor de la UDR, que eligió o cooptó un número decisivo de parlamentarios.

La parte correspondiente a la reforma agraria es de las más conservadoras en la bastante conservadora Constitución que se redacta actualmente en Brasil. Marcos Freire intentó llamar la atención de varios parlamentarios sobre ese punto. Murió frustrado también en eso.

Desesperanza

En los últimos tres meses, el ritmo de proyectos de asentamiento llevados adelante por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), cuyo presidente murió en el mismo accidente que mató al ministro Marcos Freire, ha sido superior a los decretos de expropiación firmados por el presidente Sarney. Un estudio del Ministerio de Reforma Agraria indicaba que, de continuar con ese ritmo, las tierras legalmente disponibles se terminarían antes de diciembre, reduciendo aún más las posibilidades de asentar a 50.000 nuevas familias. En otras palabras, el INCRA actuó de manera más rápida que el presidente había planeado (o esperado).

Inicialmente, José Sarney había dispuesto (en 1985) que hasta agosto de 1987 fuesen expropiados dos millones de hectáreas de tierra, ya que la reforma sería gradual. No hay ningún dato oficial sobre cuántas hectáreas han sido efectivamente expropiadas por ley en ese período.

Mientras, los grandes propietarios, reunidos en la UDR, se jactan cada vez más de su poder. Saben que derribaron por lo menos a dos ministros, Nelson Ribeiro y Dante de Oliveira y muchos analistas brasileños creen que podrán derribar a más. En una frase amarga, un funcionario admitió esta semana que "todo lo que Nelson Ribeiro logró hacer al frente del ministerio fue propiciar la creación de la UDR, gracias al radicalismo de sus posiciones".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_