Un 'Lohengrin" de Werner Herzog, estrella del Festival de Bayreuth

Por primera vez en la historia del festival wagneriano, un director cinematográfico ha llevado hasta el escenario de la verde colina una producción propia. El privilegio ha recaído en uno de los grandes del cine alemán, Werner Herzog, autor de películas como El enigma de Kaspar Hauser, Nosferatu o Woyzech. El pasado día 25, su Lohengrin inauguró oficialmente las representaciones de la presente edición del certamen, que concluirá el próximo 28 de agosto con la sexta representación de Los maestros cantores de Nuremberg.

Ha hecho falta que el director alemán se estrenara en las lides operísticas fuera de su país para que Wolfgang Wagner, nieto del compositor y director del festival desde 1967, se arriesgara a hacerle la propuesta. Hace dos años, Herzog dirigió efectivamente en Bolonia la puesta en escena de Doctor Faust, de Ferruccio Busoni, hecho que le ha valido ahora para su presentación en Bayreuth."Hasta ese momento, apenas si había asistido a una docena de representaciones operísticas", ha declarado el director, quien, sin embargo, tanto en Nosferatu como en Fitzcarraldo, por no citar más que dos títulos, había dejado ya bien sentada su especial sensibilidad hacia el género lírico. Según propias manifestaciones, Herzog ha pretendido hacer tabula rasa de su experiencia cinematográfica para buscar efectos completamente operísticos.

Pero el Bayreuth 87 no se limita a una única nueva producción. Según Matthias Theodor Vogt, jefe de prensa del festival, el hecho más destacable de la presente edición es que "incluye 30 representaciones que constituyen un conjunto unitario". Para él, "no se puede hablar de una producción vedette destacada del resto, considerado menor. Que esta unidad en la programación se produzca 112 años después del primer festival me parece sumamente importante".

El resto del que habla Vogt está integrado por Parsifal (Daniel Barenboim, - Götz Friederich); Tristán e Isolda (Barenboim - Jean-Pierre Ponnelle, con el idolatrado Peter Hoffmann en el papel principal, quien, por cierto, el día del estreno llegó por los pelos hasta el final de la representación por una inoportuna indisposición); Tannhäuser (Giuseppe Sinopoli - Wolfgang Wagner); y Los Maestros Cantores de Nuremberg (con el danés Michael Schonvandt al frente por primera vez de la orquesta bayreuthiana en la veterana producción de Wolfgang Wagner).

Ni qué decir tiene que para las 30 representaciones desde hace meses no se encuentra ni una sola localidad, repitiéndose el ritual de quienes, desde primeras horas de la mañana, montan guardia ante el adusto teatro con un cartelito colgado al cuello implorando una entrada sobrante. "El teatro tiene una capacidad para 1.925 espectadores, es decir, que por cada festival pasan aproximadamente unas 60.000 personas. Desde mediados de noviembre, que es cuando se cierra el plazo de admisión de solicitudes, la demanda supera normalmente por cinco a uno el número de plazas disponibles", aclara Vogt. Dicho en cifras, cerca de 240.000 personas se quedan cada año con las ganas de poner los pies en el Festpielhaus.