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Crítica:FESTIVAL DE JAZZ DE SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La gran música negra

ENVIADO ESPECIAL Programar en una misma velada dos de las bandas más potentes y devastadoras del jazz actual era un reto importante; los responsables del Jazzaldia donostiarra se atrevieron y, en su osadía, acertaron plenamente. El doble concierto de clausura con el Art Ensemble of Chicago (AEOC) y el nuevo grupo de Ornette Coleman fue de los que se recuerdan durante años, uno de esos hitos difíciles de olvidar.

Además, el público respondió, primero con su asistencia, unas 5.000 personas, y después con su entusiasmo ante unas músicas nada fáciles a la primera escucha. Y los músicos respondieron a su vez, volcándose en el escenario.

Casi cuatro horas de música efectiva, sin contar el entreacto, convirtieron a su vez este concierto en el más largo del festival. Los músicos tenían muchas cosas que decir, ganas de decirlas y poca prisa por abandonar el escenario; cuando un intérprete es honesto con su música no necesita estar pendiente del reloj para saber cuándo ha de acabar su actuación, y si algo no se les puede negar a los dos grupos de esa noche de clausura es, precisamente, su honestidad. Una honestidad sin grietas, demostrada a través de los años y aceptada incluso por los críticos más acérrimos de las nuevas tendencias.

22º Festival de Jazz de San Sebastián

Art Ensemble of Chicago. Ornette Coleman's Prime Time with Don Cherry. Palacio de los Deportes de San Sebastián, 26 de julio.

Comenzó AEOC con toda su parafernalia instrumental. El quinteto bordó una actuación tensa y dramática, sin duda la más interesante de las que ha ofrecido en nuestro país.

Cinco solistas dialogando sobre las diversas vicisitudes de la música negra, desde los orígenes al futuro, desde los ritmos más suaves hasta los más intensos y salvajes. Desde las sonoridades urbanas hasta la sensaciones selváticas. Todo un compendio de posibilidades musicales catalizadas por cinco mentes clarividentes, entre las que destaca la de Lester Bowie, una de las dos o tres mejores trompetas de la actualidad, fina y llanamente: great black music.

Ritmo penetrante

Y tras un largo entreacto apareció Ornette Coleman, y el escenario de Anoeta se inundó de un ritmo penetrante que se apoderaría, poco a poco, del público hasta atraparlo totalmente a pesar del cansancio. La nueva música del precursor del free jazz, la harmolodic music, es como una bomba expansiva que te alcanza aunque no lo desees. Es imposible no rendirse ante las descargas del saxo alto de Coleman, perfectamente secundado por la trompeta de bolsillo de Don Cherry, compañero de los años difíciles, y apoyado en la fortaleza del doble trío rítmico (dos guitarras, dos bajos y dos baterías).Ornette mezcló nuevos temas con algunos conocidos, como Song X o Dancing in your head, la primera composición harmolódica que escribió. El punto álgido de la sesión fue una lírica y estremecedora revisión de la más bella de sus composiciones: Lonely woman. Cherry y Coleman parecieron transportarse a un sobrecogedor pasado inmediato, aunque el sustrato rítmico dejaba clara su ligazón con el presente.

Desde 1965 Ornette Coleman no pisaba tierra hispana; han sido demasiados años privados de unas de las músicas más vitales y necesarias de todas las que se hacen en la actualidad. Esperemos que éste sólo haya sido el primer paso de una deseable normalización harmolódica.

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