El fango del 'Irangate', a punto de salpicar a Reagan
El teniente coronel Oliver North ha trasladado la responsabilidad del escándalo Irangate a las puertas de la Casa Blanca, y los asesores presidenciales temen que el que fue su superior en el Consejo de Seguridad Nacional, el almirante John Poindexter, que declarará esta semana ante el Congreso, implique más directamente al presidente Ronald Reagan en el escándalo. La aparición de un documento que sugiere, por primera vez, que el presidente fue informado de que el dinero procedente de la venta de armas a Irán financiaría operaciones encubiertas ha aumentado la expectación ante el testimonio de Poindexter.
El oficial de marines Oliver North concluyó hoy su declaración, televisada en directo, ante un comité conjunto de las dos Cámaras del Congreso norteamericano, que le han convertido en un héroe nacional ("Ha tomado la colina del Capitolio", afirma la revista Newsweek en la portada de esta semana) y han arrojado nuevas sospechas sobre la implicación de altos cargos en el escándalo Irangate.La Casa Blanca ha visto frustrada su esperanza de que el testimonio de North despejara las incertidumbres sobre el papel del presidente, pero este teniente coronel, que se presenta como un soldado disciplinado y patriota, ha incrementado el escepticismo sobre qué sabía realmente y cuándo lo supo Ronald Reagan. Los sondeos indican que ha aumentado el número de norteamericanos que cree que el presidente está mintiendo.
Poindexter, que en el año 1986 ocupó el cargo de consejero de Seguridad Nacional, firmó con sus iniciales un memorándum, hasta ahora secreto, del que se desprende que el presidente fue informado de que el fondo secreto obtenido con los residuos de la operación iraní sería desviado para operaciones clandestinas. Sin embargo, no se refiere específicamente al desvío de fondos a la contra nicaragüense, punto clave del embrollo y que Reagan insiste que no conocía.
Memorándum polémico
El portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater, negó ayer que Reagan fuese informado por sus ayudantes de planes para utilizar el dinero procedente de la venta de armas a Jomeini para operaciones encubiertas. "El memorándum no habla de desvío de dinero, y confiamos en que la declaración de Poindexter corroborará lo que decimos", añadió Fitzwater.
El polémico papel es un memorándum que North envió a Poindexter el 15 de septiembre de 1986, en el que le pedía que informara a Reagan de ciertas "iniciativas" encubiertas. En el documento, presentado a la opinión pública por el senador Daniel Inouye, presidente del Comité de Investigación del Senado, se lee "aprobado" y "hecho" tras las iniciales de Poindexter.
Es la primera prueba que sugiere que el presidente pudo saber, dos meses antes de lo que afirma, que los beneficios de sus tratos con Jomeini estaban destinados a una caja negra para acciones que se pensaban ocultar al Congreso.
Inouye explicó ayer que no está claro con qué detalle Poindexter informó al presidente y si éste aprobó o no. Estas dudas convierten en crucial el testimonio que hoy comenzará a prestar el ex consejero de Seguridad Nacional, que todas las mañanas despachaba con Ronald Reagan, en ocasiones a solas y a veces en presencia también del jefe del Gabinete presidencial, por entonces Donald Regan.
North ha reiterado que todo lo que hizo fue cumpliendo órdenes de sus superiores, concretamente de Poindexter, pero también de William Casey, el fallecido director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). También ha afirmado que hasta el día en que fue destituido creía que estas órdenes habían sido aprobadas por el presidente.
Inouye, que sabe lo que Poindexter declaró en sesiones a puerta cerrada a los investigadores, ha afirmado, sin embargo: "Hasta ahora no he visto nada que sea suficiente para procesar al presidente de Estados Unidos". La amenaza del Congreso de iniciar el impeachment (procesamiento) del presidente provocó, hace ahora 13 años, la dimisión de Richard Nixon a consecuencia del escándalo Watergate.
Procesamiento impensable
Nadie quiere, ni en el país ni en el Congreso, otra presidencia destrozada, y se considera impensableun procesamiento de Reagan. Pero nuevos sondeos publicados este fin de semana afirman que más de la mitad de los norteamericanos (56%, según el diario The New York Times; 58%, según el semanario Time) cree que su presidente está mintiendo, que sabía que se estaba desviando dinero para los contra y que conocía bastante más de lo que dice sobre la doble operación.
Reagan abandonó ayer Washington buscando consuelo para la peor crisis de su presidencia en la América profunda, donde, en su opinión, a la gente no le preocupa lo más mínimo este escándalo.
En Indiana, el presidente respondió a los que le acusan de tratar de desviar la atención del escándalo Irangate retándoles a que se enfrenten con él "en los temas importantes, con la dureza que deseen". Son otros los que tratan de distraer a los norteamericanos, dijo, de los verdaderos problemas: "Acabar con el despilfarro del gasto público".
El presidente insistió en lo que llama declaración de derechos económicos, que quiere dejar como legado de su presidencia, para hacer más difícil un aumento de los impuestos y para reducir el papel del Gobierno.
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