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Oliver North culpa al Congreso de ser el responsable del 'Irangate'

Francisco G. Basterra

"Mentí al Congreso y no me arrepiento", afirmó ayer Oliver North, tras lo cual culpó al Parlamento de ser responsable del desastre del Irangate, y acusó a los comités investigadores de llevar a cabo una investigación injusta y parcial contra él. El principal protagonista del escándalo, que apasiona a la opinión pública y conmociona a la presidencia, realizó en su tercer día de testimonio público una apasionada apología de Ronald Reagan y de su política de apoyo a la guerra sucia de Nicaragua.

"No estoy mintiendo para proteger a mi comandante en jefe", afirmó ayer el teniente coronel, poco después de admitir que había mentido al Congreso, a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), al general Richard Secord, a los iraníes, y que había falsificado cartas y destruido documentos oficiales. Sus mentiras patrióticas son, pues, selectivas. En un momento de su testimonio en la sesión matinal, dos manifestantes con una pancarta gritando ¡contras, asesinos!" y denunciando que los rebeldes nicaragüenses trafican con droga a través de bases militares norteamericanas, irrumpieron en la sala y fueron detenidos por la policía. "Es un buen espectáculo", afirmó la hija del presidente, Maureen, satisfecha por el desarrollo de los interrogatorios.La opinión pública, el gran jurado al que se está dirigiendo North con gran efectividad, aprovechando la caja de resonancia de la televisión, se está volviendo a favor de este sorprendente teniente coronel, según los primeros sondeos. Él mismo afirma que ha recibido 50.000 cartas, de las que sólo 50 son condenatorias, y ha pedido a Dios, al que continuamente se refiere, que le sigan llegando testimonios de apoyo. La Casa Blanca anunció ayer que está recibiendo cientos de llamadas preguntando dónde se puede entregar dinero para la contra. El vicepresidente, George Bush, ya ha aventurado que North saldrá mejor parado de este juicio que sus críticos.

North afirmó ayer: "Saldré de aquí con la cabeza alta. Ustedes me podrán alcanzar con algunos golpes, pero no me herirán". North está dominando los interrogatorios del comité de investigación del Congreso sobre el Irangate. Se presenta como la víctima inocente de una "batalla constitucional entre el poder ejecutivo y el legislativo sobre la conducción de la política exterior de Estados Unidos". Con un innato sentido del drama, actuando como un buen actor, pero apoyado en un sincero fanatismo ideológico, utiliza una mezcla de agresividad de hombre injustamente acosado y de sinceridad emocional que provoca una mezcla de sentimientos de apoyo y de lástima. Ayer situó estratégicamente detrás de su asiento a su esposa Betsy.

North admite sin ningún remordimiento que ha engañado al Congreso. "Pero lo hice con órdenes de mis superiores, alguno de los cuales luego me mandó una nota diciendo: bien hecho". Asegura que todo el mundo en el Gobierno sabía que se estaba apoyando a la contra cuando lo había prohibido el Congreso. Ello incluye al secretario de Estado, George Shultz, que, afirma North, le dijo en un cóctel, poniéndole la mano sobre el hombro: "Qué buen trabajo está haciendo manteniendo viva la resistencia nicaragüense".

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