El mal de la tristeza
El 10% de la población adulta española sufre depresiones
La depresión es una enfermedad en alza. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de un 3% a un 5% de la población mundial presenta depresión. Esto supone que hay en todo el mundo de 120 a 200 millones de enfermos depresivos. Según estas estimaciones, en España habría de 1.200.000 a 1.500.000 depresivos; es decir, el 10% de la población adulta. El creciente número de casos apunta a que éste es un proceso que puede considerarse epidémico en el mundo occidental, según revelan diversas encuestas realizadas entre médicos en Europa y EEUU.
El mayor riesgo de la depresión es el suicidio. Según datos de la OMS, se producen anualmente en el mundo unas 500.000 muertes por suicidio de depresivos (la mitad de todos los suicidios), constituyendo la tercera causa de muerte en los adolescentes y la décima en los adultos. Aproximadamente, el 15% de los depresivos se suicidan, siendo errónea la creencia popular de que la amenaza de suicidio es una falsa alarma.Según una encuesta realizada por Ballús entre psiquiatras españoles, dos tercios de los encuestados afirmaban que del 40% al 60% de sus pacientes padecían depresión. Y hay que tener en cuenta que tan sólo una mínima parte de dichos enfermos consultan al médico.
La depresión constituye el campo más importante de los trastornos afectivos o de la vida sentimental. Vocablos como deprimido, triste, desesperanzado, irritable, preocupado o depre son muy frecuentes en el lenguaje cotidiano. Sin embargo, la depresión como enfermedad es una entidad bien definida que los psiquiatras diferencian. de otros cuadros que también cursan con ciertas alteraciones del estado de ánimo. El Manual diagnóstico y estadística de los trastornos mentales (DSM III) editado por los norteamericanos, que es la biblia de los psiquiatras, conceptúa la depresión como un trastorno afectivo, una perturbación del humor, y lo divide en muchas subcategorías.
Asistencia
La cobertura asistencial del enfermo depresivo por el sistema sanitario público español queda garantizada por la actual ley general de Sanidad, que en su título hace referencia a la plena integración de las actuaciones relativas a la salud mental en el sistema sanitario general, así como la total equiparación del enfermo mental a las demás personas que requieran servicios sanitarios.En nuestro país, el 70% de los especialistas en psiquiatría, así como el 70% de las camas hospitalarias para enfermos psíquicos, están dedicados a pacientes crónicos mal etiquetados como enfermos psíquicos, pues en su mayoría son inválidos sociales, ancianos asilados y deficientes mentales.
La tendencia actual va hacia la integración de la asistencia a la salud mental en el sistema de asistencia general, lo que ha requerido que se inicie previamente la reforma de este último, que permita la dedicación de los pacientes crónicos mencionados hacia la atención social, dejando la asistencia psiquiátrica especializada libre para atender a los verdaderos enfermos psíquicos. Se va extendiendo también los equipos de salud mental como apoyo a los equipos de atención primaria de salud para la atención ambulatoria de enfermo depresivo y del enfermo mental en general, con el apoyo de la administración.
España creó en 1978 el Comité para la Prevención y Tratamiento de la Depresión (F>TD-España), adhiriéndose al esfuerzo internacional de facilitar a los médicos no psiquiatras información para el manejo adecuado del enfermo deprimido, dado que el 90% de ellos son vistos por el médico general. La depresión, además de su gran frecuencia, tiene una gran repercusión sociolaboral como señala el PTD. En efecto, en el terreno laboral representa un alto nivel de absentismo, o, en el mejor de los casos, una disminución importante del rendimiento. En el área sanitaria y social significa una gran carga económica motivada por la gran cantidad de exploraciones y tratamientos tan inútiles como costosos.
Herencia
Se sabe que existen sujetos con una personalidad predispuesta en mayor o menor grado a la depresión. Por eso se dice que lo que se hereda no es la sintomatología de la enfermedad depresiva, sino la tendencia a padecerlo. Diversos factores, como las agresiones fisiopatológicas (agotamiento, estados carenciales, etcétera) y las psicosociales (pérdida de un ser querido, jubilación, paro, etétera) pueden actuar junto a los factores genéticos provocando unos cambios bioquímicos en las áreas del sistema nervioso central responsables de mantener el tono afectivo.Dichos cambios consisten fundamentalmente en una disminución de la cantidad y eficacia de los neurotransmisores (mensajeros químicos que llevan la información de neurona a neurona), con la consiguiente menor estimulación de las células nerviosas que sostienen el estado de ánimo. Estos hallazgos bioquímicos son la base del tratamiento de la depresión con los llamados fármacos antidepresivos, dado el presunto efecto de éstos de aumentar la disponibilidad de los transmisores nerviosos (que están disminuidos en los trastornos afectivos) en los puntos receptores del sistema nervioso central. Las teorías más modernas apuntan que todos los tratamientos depresivos actuarían alterando la sensibilidad de los receptores neuronales, traduciéndose su efecto en un aumento del estado de ánimo
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