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FERIA DE SAN ISIDRO

Un novillo de casta hiere a José Luis Ramos

JOAQUÍN VIDAL Cornada muy grave en Las Ventas. Ocurrió ayer en el primer novillo de la tarde y la sufrió el debutante José Luis Ramos. Fue de esas cogidas que se ven venir porque el novillo embestía con la seriedad que impone la casta y el torero, lógicamente, no podía poseer la técnica y la experiencia que son precisas para dominar a esta clase de toros.

Corte de novillero bueno, estilo, sí se le apreciaba a José Luis Ramos y poco a poco conseguía centrarse, hasta lograr dos bonitas series de redondos. En uno de estos pases el novillo perdió la guía de la muleta y se paró, dubitativa. Ramos dudó también -si irse, si no irse- y ese fue un error que le costó caro. Le volteó el novillo y cuando estaba caído le corneó con saña. Allí debió de producirse el cornadón.

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Elizondo /Ramos, C Ortega, CepedaNovillos de Martínez Elizondo con trapío, de casta excepcional y bravos. José Luis Ramos: herido, muy grave por el primero. Celso Ortega: pinchazo, rueda de peones, media, y otra rueda (silencio y media coontraria atravesada tendida, tres descabellos, pinchazo y dos descabellos (silencio y estocada (algunos pitos). Fernando Cepeda: tres pinchazos y estocada corta (ovación y salida al tercio y pinchazo perdiendo la muleta, estocada desprendida -aviso- y siete descabellbs (aplausos y saludos); pinchazo perdiendo la muleta, dos pinchazos más y tres descabellos (silencio).Plaza, de Las Ventas, 18 de mayo. Cuarta corrida de feria.

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Cornada en el pulmón
La rápida intervención quirúrgica salvó la vida del torero

Pese a lo aparatoso del percance no dio sensación de que hubiera cornada, sencillamente porque las cuadrillas rodearon al torero junto a las tablas, hurgándole bajo la ropa, como si buscaran la herida sin encontrarla, y así transcurrieron varios minutos. Se le apreciaba a Ramos una palidez total y una crispada expresión de dolor.intenso. Daba bocanadas, como si le faltara el aire para respirar. Finalmente las asistencias lo trasladaron a la enfermería. Resultó que tenía una cornada en el pulmón y otra fuerte que le atravesaba la pierna.

Tres percances, dos de ellos alarmantes, se han producido en otras tantas corridas de feria. Hay mala racha, que todos deseamos termine ya, pero hay también toro, y ésta es la cuestión. Se habla del toro grande que exige Madrid, como amenaza de la integridad física de los toreros, y realmente el tamaño del toro carece de importancia. Lo importate de verdad es su casta. En cuanto salta a la arena el toro de casta -es decir, el de lidia con sus caractáísticas más puras-, cuidado. El toro de casta, aún dotado de absoluta nobleza, transmite -emoción porque lleva implícito el peligro de sus embestidas agresivas.

Los novillos de ayer fueron así los seis. Todos con trapío, desigualés de tipo y desiguales también de comportamiento, pero dentro de unos márgenes de casta y de bravura inequívocas, que en algunos rcasos llegaron a ser excepcionales. La casta del primero de la tarde, un precioso cárdeno terciado, habría traído de cabeza no ya a los novilleros sino a medio escalafón de matadores. La bravura del quinto, demostrada en todos los tercios, fue merecedora de vuelta al ruedo, que pidió parte del público y el presidente no concedió, él sabrá por qué motivos.

La bravura del quinto se hacía patente en el primer tercio cuando se arrancaba pronto y de largo a la prueba de varas, y aunque el picador Chicorró le hundía carniceros hierros de mala ley en el espinazo, empujaba estrepitosamente al caballo hasta las tablas, recargando con fijeza absoluta debajo del peto. La bravura del quinto se confirmaba en el tercio siguiente cuando embestía con muchos pies a los bandérilleros, tan pronto se hacían presentes en los medios, y en el postrero, tomando con fijeza y codiciosa boyantía el engaño.

Celso Ortega no entendió a este bravísimo: novillo y le citaba demasiado cerca, atosigándole.

Es lógico, por otro lado, pues se trata de un novillero muy joven -casi un niño-, obviamente inmaduro, y además el pernicioso vicio de ahogar las embestidas es técnica que ya viene impuesta por la fuerza de la costumbre: los matadores de alternativa hacen lo propio.

Pero si la bravura del novillo se había hecho patente en todos los tercios, cuando le llegó la muerte alcanzó caracteres clamorosos. Porque, herido de un estoconazo en las agujas, no escapó al refugio de las tablas sino que avanzó retador a los medios, donde cayó. Y, de repente, se incorporó casi de un salto y quería seguir embistiendo. Vomitaba sangre, clínicamente muerto -habría que decir, si se permite el parafraseo,-y apuntalado su tremante corpachón sobre las cuatro patas, aún buscaba enemigos en derredor. No rindió su casta y su bravura hasta que rindió la vida.

Difícil papeleta

Celso Ortega y Fernando Cepeda tenían una papeleta muy difícil con gánado así. (Ya es clásico aquél diálogo entre el viejo maestro en tauromaquia y el novel: "Maestro, como me salga esta tarde un toro bravo, la armo"; "Muchacho, como te salga un toro bravo vas listo"). A pesar de todo exhibieron importantes detalles de torería.

Ortega lanceó muy bien de capa y dibujó un bonito recorte de tijerilla. Cepeda cuajó muletazos de impecable factura, muchos de ellos interpretados con la exquisitez de que ha hecho gala en anteriores actuaciones. No redondeó las faenas Cepeda, sin embargo, y pues le correspondieron novillos nobles el segundo era de. empalagosa boyantía alarma un poco, a pocos días de tomar la alternativa, en las Ventas y en la feria. Un fuerte compromiso, para el qué hay que estar muy preparado.

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