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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El otro cine Soviético

Estas Cartas de un hombre muerto, filmadas bajo la influencia de otro desaparecido, Andrei Tarkovski, de quien Lepouchanski fue ayudante de dirección en Stalker, prueban que existe -y existía- otro cine soviético distinto del promocionado oficialmente antes de la era Gorbachov. En esta URSS -la de la película-, el futuro es siniestro, de estricta supervivencia posnuclear, un mundo subterráneo, claustrofóbico, policialmente organizado, sin presente ni futuro a pesar de lo que sugiera el optimismo de un epílogo que sabe a falso.La película posee una gran potencia visual, fruto de un talento real que sabe plasmar en imágenes un universo en descomposición. Como en Stalker, el color casi ha desaparecido -la fotografía siempre es en tono sepia-, y el suelo es una mescolanza informe de lodo y ruinas, las reconstrucciones del apocalipsis nuclear son fruto de la imaginación y no del dinero. El relato, punteado por esas cartas a las que hace referencia el título y que un anciano envía a su desaparecido hijo Erik, posee una gravedad y lirismo que tiene mucho que ver con el estilo de Tarkovski, figura que hoy la plana mayor del cine soviético reivindica como el padre deseado. Paradjanov, cuando le preguntan por qué filma, responde: "Para santificar la tumba de Tarkovski".

'Cartas a un hombre muerto'

('Pisma miortvovo tcheloveka')Director: Konstantín Lepouchanski. Intérpretes: Rolan Bykov, I. Rykline. Guión: Lepouchanski, Rybakov y Strougatski. Fotografia: N. Prokopstev. Estreno en Madrid, en cine Renoir 1.

Forma superior

Lepouchanski no se queda atrás en su devoción y también cita a Tarkovski para afirmar con él que el cine, "en tanto que arte, al igual que la filosofía y la religión, es una de las formas superiores de la actividad espiritual para las que ha estado creada la humanidad". Estamos, pues, muy lejos del cine-diseño, del cine-espectáculo, de los géneros o del academicismo.La nueva ola soviética ha tardado en poder salir a la superficie -Lepouchanski nació en 1947 y tiene una amplia formación musical-, se diría impulsada por un espíritu profético, por unos deseos enormes de dar imágenes globales del destino del mundo, convertidos los artistas en visionarios que vienen a desmentir el optimismo funcionarial.

Al margen de su valor como síntoma, Cartas de un hombre muerto es un filme notable, de ritmo un poco monocorde, casi hipnótico, en el que Lepouchanski encuentra soluciones para trascender el tópico, la manera habitual de impresionar al espectador y lograr llevarlo a ese día después que el último cine americano había convertido en un repertorio de efectos especiales.

Aquí el miedo surge de la reflexión, de la solemne tristeza que destila todo cuanto el anciano Wubel nos muestra, un largo camino que lleva a enterrarse en vida, convirtiendo el planeta en una gigantesca tumba.

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