La actualidad del proyecto
Se insiste en estos días en que Antonio Gramsci no fue un doble de Lenin, que su proyecto político era original y que aunque su análisis de la historia de entonces no coincida con el que la izquierda pueda hacer hoy, eso no significa que Gramsci deje de ser actual. Lo que es no sólo actual, sino actualísimo, es su capacidad de genio para elaborar y aplicar con originalidad y valentía un esquema revolucionario a la historia de cada día. Y sobre todo su talla moral, que, cuanto más se hurga en su vida, más peligrosa se revela, y, paradójicamente, más le aleja de las fuerzas políticas.Se ha dicho que si Mussolini quería impedirle pensar, muchos querrían hoy que dejase de vivir en su dimensión existencial y ética, en su memoria histórica. Alguien ha dicho que lo que da miedo de Gramsci a la izquierda no son sus ideas, sino cómo vivió su vida de revolucionario sincero.
Es como si se le pidiese hoy a un Marcinkus, es decir, al mundo de las finanzas vaticanas, que analizase a fondo la figura del pobre profeta de Nazaret, aquel Jesús que maldecía a los ricos, condenaba a los fariseos y llamaba zorra a Herodes, que era el emperador legítimo de Galilea.
En un momento en el que la política se ha degradado más que reformado en sus mejores esencias éticas, la resurrección de Gramsci da miedo a no pocos. Por eso, se insiste entre quienes no han renunciado a devolverle a la política sus alas de creatividad y pasión moral al servicio de la humanidad, piensan que la conmemoración del comunista Gramsci sea una "terapia contra la estupidez y el pecado del olvido".
Babelia
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