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Enfrentamiento entre los escritores soviéticos

Progresistas y conservadores debaten el proceso de liberalización literaria

Pilar Bonet

La Unión de Escritores de la URSS, la asociación profesional que agrupa a casi 10.000 profesionales de la pluma de la Unión Soviética, comenzó el lunes una sesión plenaria en un ambiente de encarnizado enfrentamiento entre progresistas y conservadores. Estos últimos exigen con creciente energía que se ponga fin al proceso de liberalización literaria, se corrija la línea editorial de las revistas Novedades de Moscú y Ogoniok y se interrumpa la publicación en las revistas literarias de obras hasta ahora censuradas.

El escritor Pietr Proskurin, uno de los adversarios de la liberalización, ha acusado de "necrofilia literaria" a las revistas especializadas que compiten con poemas y relatos acumulados durante decenios de prohibición. Proskunn se expresaba así el pasado domingo desde una tribuna de excepción, el órgano del Partido Comunista de la URSS, Pravda, que le cedió un espacio en su página 3 para expresar su "especial preocupación" por la "desaparición progresiva" en la literatura soviética del "héroe creativo y constructor". Proskurin, que reivindicaba así el héroe positivo, afirmaba que "el pueblo no puede fortalecerse sin ideales" y señalaba que las revistas literarias soviéticas "se han lanzado a buscar y publicar creaciones de anteriores décadas que por una causa u otra no vieron la luz anteriormente o fueron publicadas en Occidente"."La mayoría de las veces", aseguraba, "hace regresar al lector a una vida extinguida hace tiempo, pero por el momento no se descubren publicaciones de un talento tan grande como El maestro y Margarita y dificilmente se descubrirán". El maestro y Margarita. de Mijail Bulgakov, fue escrita en 1938 y publicada sólo en 1966. Implícitamente, Proskurin atacaba obras como el poema Con derecho a la memoria, de Alexander Tvardovski, escrito en 1966-1969 y publicado este año en la revista Znamia, y como Los niños del Arbat, la novela que ha comenzado a publicar en su último número la revista Druzhva Narodovo. Esta obra es, a juicio de los críticos, la obra antiestalinista más fuerte escrita hasta ahora en la URS S. En ella, Stalin es descrito directamente como un maniaco. Su autor, Anatoli Ribakov, ha tenido que esperar largo tiempo para que su obra viera la luz.

Viejas creaciones

Troskurin se preguntaba en Pravda si vale la pena ceder "tan generosamente" espacio en las revistas literarias a "viejas creaciones de verso y prosa no siempre logradas" y sugería editar tales cosas en tomos individuales en alguna serie histórica, ya que "estas voces remotas ( ... ) pertenecen ya al pasado". "Los intentos de adscribirlas al proceso literario vivo ( ... ) en el contexto de la modernidad ( ... ) no sólo frena la corriente de este proceso, sino que desprende un tufo de necrofilia literaria".Proskurin había atacado a las revistas Novedades de Moscú y Ogoniok, consideradas hoy a la vanguardia de la perestroika (reestructuración), en una reunión de escritores rusos donde acusó a la primera publicación de airear los trapos sucios de la sociedad soviética ante Occidente y de ser ajena a "nuestra moral".

En la misma reunión, el escritor Yuri Bondarev comparó la situación actual en literatura con la situación bélica de julio de 1941, cuando los soviéticos tuvieron que retroceder hasta Stalingrado ante el ataque de los "bárbaros civilizados". Bondarev exigía un Stalingrado literario para salvar los "valores nacionales". Por su parte, el escritor Keshukov cuestionaba la anunciada publicación de El doctor Zhivago, de Boris Pastemak, en la revista Novi Mir y sugería, editarlo como libro para evitar la "innecesaria agitación". El doctor Zhivago, publicada en Occidente en 1957, no ha visto la luz aún en la URSS.

En la reunión, celebrada a finales de marzo, se mencionó dos veces al ideólogo Egor Ligachov, número dos del Politburó, como defensor de las posiciones mantenidas por los participantes. "En la Prensa leemos palabras denigrantes dirigidas contra los que hicieron mucho por la URSS", decía Serguei Mijailkov. "Con esto hay que acabar".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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