El congreso de estudios clásicos advierte del 'suicidio' de Europa al marginar el latín
"Ha sido un verdadero suicidio de la cultura europea la drástica reducción del estudio de las lenguas clásicas, la tendencia a eliminarlas de los estudios medios y reducirlas a un grupo de especialismos eruditos como otro cualquiera", advirtió Francisco Rodríguez Adrados, ayer en Madrid, en la clausura del VII Congreso Español de Estudios Clásicos. "La Antigüedad clásica es el modelo principal de la cultura europea", añadió, "lo que quiere decir que es el modelo, al tiempo, de todo universalismo. Incluso de ese universalismo banal y desarraigado que nos invade, que todo lo achata y lo aplana, que carece del sentido de la historia".
Unas 2.000 personas, procedentes de toda España, presentaron 340 comunicaciones durante el Congreso, que se desarrolló durante cuatro días. Las lluvias impidieron la representación en el teatro romano de Segóbriga (Cuenca) de una obra de Plauto, por lo que se organizaron dos funciones en un auditorio de Madrid."Ahora la palabra Europa llena todas las bocas, a veces con una insistencia un tanto risible", dijo Rodríguez Adrados. "Hay quienes parecen enterarse ahora de que Europa existe y España es un integrante, más bien acomplejado, de ella. Pues bien, no sabemos si Europa tendrá algún día un futuro supranacional, pero lo que sí sabemos es que existe gracias a la Antigüedad clásica como factor muy esencial". "Permitir que no haya al menos un sector importante del público culto que la conozca [la Antigüedad clásica] es ignorarnos a nosotros mismos".
A juicio de Rodríguez Adrados, son los estudios humanísticos Ios que dan perspectiva y libertad y capacidad crítica"; señaló, "como enemigos", Ia falta de perspectiva histórica, los planteamientos puramente tecnocráticos y económicos, el pedagogismo infantilizante que promueve el acceso general a la cultura para suministrar luego un producto descafeinado".
Agazapados
Encuadró las reformas españolas de los estudios de latín y griego en una tendencia generalizada que surgió tras las revueltas estudiantiles en Europa y América a finales de los años sesenta; reformas a cargo de Gobiernos ya conservadores, ya izquierdistas, y en las que las lenguas clásicas "pasaron de ser el centro de la formación humanística a ser unas materias optativas más"."Siempre he sospechado", dijo Rodríguez Adrados, "que fuerzas pedagógicas y tecnocráticas que estaban agazapadas esperando su ocasión aprovecharon ésta del descontento estudiantil para imponer, en la medida que pudieron, su prograrna". Este programa, explicó Rodriguez Adrados, hizo hincapié en materias socioeconómicas y de lenguas modernas, un aumento del alumnado y un rebajamiento de los niveles: "Simultáneamente", hizo notar Rodríguez Adrados, "prosperaba la tendencia a la entrada cada vez más libre en la Universidad de alumnos no preparados, lo que a su vez creaba problemas que ahora estamos viviendo".
Rodríguez Adrados subrayó que la incomprensión frente a la Antigüedad proviene de una elite cultivadora de cienclas, y resaltó la paradoja de que "en el momento en que Europa aceleraba en lo económico el proceso -de su unidad ( ... ) iniciara en lo cultural un proceso de olvido de sus propios orígenes".
En líneas generales, las conclusiones del Congreso establecen la necesidad de reforzar el latín y el griego en los estudios, principlamente en los de bachillerato, y señala que no parece pertinente ofrecer el griego como una opción alternativa a una lengua extranjera. Igualmente, propugnan que los estudios de latín y griego deben figurar en los estudios universitarios de filología, literatura e historia.
Babelia
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